Sentirse solo equivale a fumar 15 cigarrillos al día

NOTICIAS DE INTERÉS Julia VOSCO
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En su nuevo libro ' El siglo de la soledad', se define a Noreena Hertz como una reconocida líder intelectual, académica y presentadora. Google prefiere determinarla como economista y ella se autodefine como escritora y pensadora. A mí me gusta el término de filósofa moderna. Todas estas atribuciones se ven reflejadas en las páginas de su obra, en la cual muestra el problema que supone la soledad para la salud, la política o la economía. Pero también es algo personal, la ves a ella en la lectura, llevándote por un recorrido crítico, revelador, pero también esperanzador.

¿Por qué cada vez somos seres más individualistas y solitarios?

Son varias las razones: la urbanización masiva, pues las ciudades son lugares solitarios en los que la gente va corriendo de un lado para otro y no conocen el nombre de sus vecinos; el entorno rural, donde la gente cada vez se encuentra más sola, olvidada y abandonada; los 'smartphones', incluso, hay una investigación que ha demostrado que, cuando tenemos el móvil apagado, estamos mucho menos conectados, simplemente porque esté el teléfono encima de la mesa; las redes sociales, que han empeorado mucho la situación, especialmente, en lo que se refiere a los jóvenes; y, por último, tenemos una mentalidad más individualista.

Esto se ve ya desde los años 80, y lo podemos notar en las letras de las canciones pop, en las que entonces se usaban más palabras como 'nosotros' o 'nuestro' y ahora están sustituidas por 'yo', 'mi' o 'mío'.

No para de aumentar el número de jóvenes que no concibe conocer gente de otra forma que no sea a través de una app o redes sociales, ¿cree que se volverá a normalizar el hacer amigos en la calle?

Tienes razón, cada vez son más los jóvenes que están migrando su socialización al móvil. Una muestra de ello es que en una prestigiosa universidad de Estados Unidos han organizado una asignatura en la que enseñan a los estudiantes a leer las caras, porque no saben relacionarse o interactuar con otras personas físicamente.

Va a haber una continuidad, los jóvenes van a seguir haciendo cosas juntos online, pero al mismo tiempo tienen un verdadero apetito de interactuar cara a cara. De hecho, no hay más que ver como ahora que los países levantan las restricciones y vuelven a abrir las discotecas están a tope de gente joven. Probablemente ambas formas de interactuar van a coexistir, pero no sé cual de ellas será la que prevalezca.

Que los jóvenes se estén relacionando más a través de las redes sociales, ¿es algo causado por la pandemia o ya venía de antes?

Estamos viendo un aumento del uso de las redes sociales por parte de los jóvenes desde que estas aparecieron en 2011. De hecho, estos dispositivos están diseñados para hacernos adictos, como las tragaperras, te enganchas y te sientes apartado si no eres parte de ello, porque tus amigos sí lo son. Pero a pesar de que estas redes sociales nos prometen una mayor interconexión, en realidad, la gente está más sola. Por supuesto, la pandemia nos obligó a todos a utilizarlas y hubo un momento en el que no teníamos otra opción para interactuar; aceleró esta tendencia que ya estaba ahí. Las personas que sienten más la soledad son los jóvenes y son los que más usan las redes sociales.

¿El éxito que nos dicen que tenemos que buscar hace que estemos más solos y alejados de nuestros seres queridos? ¿Se promueve el individualismo desde la educación?

Sí, ha habido un cambio en las últimas décadas y cada vez le damos más énfasis a la competitividad, al hecho de tener éxito. Tú mismo tienes que estar pendiente de ti, pues nadie va a ocuparse de ti si no eres tú. Este cambio de mentalidad sin duda ha tenido un gran impacto, porque nos vemos más como competidores que como colaboradores y vemos más cualidades que tienen que ver con el hecho de hostigar a otros que con el hecho de ayudarlos. Somos personas que cogemos más de lo que damos. Y esto inevitablemente lleva a una sensación de mayor soledad. En la sociedad no se nos premia igual cuando ayudamos o tenemos un comportamiento colaborador que cuando lo que hacemos es para nosotros mismos, que entonces sí que se nos premia en exceso.

¿Es posible revertir esta situación?

Sí, este puede que sea el siglo de la soledad, pero no tiene por qué continuar así. Hay muchas cosas que pueden hacer los gobiernos, las empresas o nosotros como individuos.

Las redes sociales son como las tabacaleras del siglo XX y los gobiernos, por tanto, deberían regularlas como lo hicieron con estas otras. Además, desde la crisis financiera del 2008, los fondos de los gobiernos destinados a bibliotecas, parques, centros para jóvenes o personas mayores se han evaporado, se han invertido en otras cosas, y las personas necesitan espacios físicos en los que poder interactuar.

Las empresas también tienen responsabilidad en esto. En primer lugar, porque los trabajadores que se sienten solos son menos productivos, están menos motivados y es más probable que dejen el empleo. Hay muchas formas de innovar con productos y servicios para dar más sensación de conexión o comunidad, como crear espacios de co-working, amigos robots o el ejemplo de Corea del Sur, donde se han abierto discotecas para personas mayores.

Y no solo está lo que pueden hacer los gobiernos o las empresas, sino que nosotros como individuos también podemos hacer algo. Yo por ejemplo me tomo un día sabático digital a la semana y así estoy más presente cuando estoy con mi familia y amigos. También hay que apoyar a los comercios locales, porque estos son esenciales para anclar ese sentido de comunidad y que nos sintamos menos solos. Una tercera idea podría ser comprometerse con acciones de voluntariado, estás haciendo un bien a los demás y además va a tener un efecto positivo para tu salud.

¿De qué manera puede dañar la salud la soledad?

La soledad es perjudicial para nuestra salud mental puesto que genera más ansiedad y más depresión, pero también lo es para nuestra salud física. Es peor que ser obeso o alcohólico. Sentirse solo equivale a fumar 15 cigarrillos al día. La soledad también puede hacer que aumente en un 30% nuestra posibilidad de sufrir un ictus o un ataque al corazón y en un 60% de desarrollar demencia.

La soledad no es un estado deseable del ser humano y nuestro cuerpo nos envía señales cuando esta aparece: nuestro pulso se acelera y aumenta nuestro cortisol y la frecuencia cardíaca. A lo largo del tiempo es muy perjudicial para nuestra salud.

Soledad elegida y soledad impuesta.

No son lo mismo. Si tú eliges tener esos momentos para ti, no es sentirse solo y es algo positivo. La soledad es cuando tú ansías estar con alguien, deseas esa conexión, pero no puedes tenerla.

¿Cómo está influyendo el desarrollo de la pandemia sobre la visión de la soledad?

Ahora se habla más de la soledad y está perdiendo su estigma, porque durante la pandemia fuimos muchos los que nos sentimos solos y es más fácil que ahora la gente se identifique con ello.

Durante la pandemia nos hemos conectado con nuestros seres queridos a través de la tecnología, ¿ha supuesto eso una desconexión con nuestra esencia?

En cierto punto sí. En Zoom, por ejemplo, que lo hemos estado utilizando mucho, somos como actores en televisión, es más, hasta nos podemos ver en un pequeño recuadro. Esa interacción es más una actuación que una interacción auténtica. Lo mismo ocurre con las redes sociales. Una joven a la que entrevisté me dijo que ahora estamos viviendo nuestra vidas como si tuviéramos avatares, nos presentamos de una forma menos auténtica, sobre todo, la gente joven, con todos estos filtros o retoques para estar más delgados o más guapos, y muestran solamente un lado de ellos. Cuanto más vivimos de esta manera, más peligro corremos de separarnos de quienes verdaderamente somos.

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