Así perjudica la belleza física a tu salud

SALUD Alfonso M. Arce para Abc
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Hacemos deporte por salud, puede que hasta sea verdad, no digo que no. Si eres una persona que se cuida se notará en tu aspecto, así que el primer día que acudes a una reunión de viejos amigos que hace mucho que no se ven, lo que vas a escuchar son frases de este tipo: ‘pero qué bien te veo’, ‘pero cómo has adelgazado’, ‘habrás tenido que cambiar la mitad de tu armario…’. Como mucho puede salir un ‘te veo más joven’, pero es muy poco probable que te feliciten porque todo indica que tu colesterol está en buenos niveles, o que te pregunten por tus pulsaciones en reposo, o si rompes el paralelo en la sentadilla. Las apreciaciones son estéticas y aunque seas una persona que conozca y valore que detrás de esas frases hay un cuerpo más saludable, a nadie le amarga un dulce. Lo estético está presente de manera constante lo queramos o no y si crees que no es así, te propongo un pequeño test. Supón que puedes elegir entre una de estas dos opciones para el resto de tu vida:

Opción A: te ofrezco tener un aspecto físico despampanante, algo absolutamente abrumador por su belleza y proporciones. Sin embargo a este cuerpo le acompañarían algunos indicadores de salud potencialmente muy malos. No te hablo de un cáncer terminal, pero supón que ‘dentro’ de ese cuerpo llevas un colesterol bastante alto, hipertensión y algo que parece prediabetes.
Opción B: ser objetiva e indiscutiblemente desagradable a la vista, y ahí dejo que pongas tú la imaginación en lo que creas que sería peor. No es una cuestión de kilos, imagínate como un monstruo, pero ese monstruo tiene una salud de hierro. Unas analíticas que se utilizarían en cualquier facultad de medicina como el ejemplo de valores perfectos y ni sabes qué es un catarro.

¿Qué escogerías? Pese a que se nos llene la boca con la salud, prácticamente todos escogeríamos la primera opción, pero este ejemplo tan extremo no se da en la realidad. Hay muy pocos seres perfectos y hay muy pocos monstruos, y tanto los unos como los otros pueden estar bien o mal de salud, el problema es que lo estético pesa más de lo que creemos y siempre está ahí sesgando nuestra valoración de todo. Vamos a hacer examen de conciencia, si fuera real que ponemos la salud por delante no ocurrirían cosas como:

-Que cientos de miles de personas de todo el mundo se gasten una fortuna en productos milagro cuya única promesa es hacerte adelgazar en tiempo récord.
-Que cientos de miles de personas de todo el mundo tengan una relación complicada con la comida, llegando en muchísimos casos a convertir este problema en trastornos alimenticios.
-Que millones y millones de personas pasen mucho tiempo mirando fotos de gente a la que quieren parecerse sin tener ni idea de cómo son y cómo es su vida más allá de su ‘envidiable’ cuerpo.
-Que muchos miles de personas acaben con algún problema físico o alguna lesión al intentar llegar a porcentajes grasos muy bajos, sin ni siquiera saber si dicho porcentaje es el saludable para él o ella.
-Que muchas cadenas de gimnasios tengan un modelo de negocio basado en que la gente pague la cuota para no ir. De hecho si nos importara la salud tanto, acudiríamos todos al gimnasio que pagamos y no habría ni sitio ni suficientes profesionales cualificados para atender tanta demanda, así que los clientes cambiarían a gimnasios donde se les atienda como merecen en lugar de preferir los que tienen muchas teles y muchas cintas de correr y elípticas, que es la triste realidad en la mayoría de los casos.
-Que nos estemos todo el rato preguntando los unos a los otros cuánto peso hemos perdido.
-Que no escucharíamos a gente hablar de carbohidratos y lo cancerígeno que es un estabilizante mientras se fuman un cigarro.
-Que no serían tan significativos los trastornos derivados de la baja autoestima ocasionados por comentarios despectivos sobre tu aspecto físico en las redes sociales.

La lista es interminable y seguro que tú tienes tus propios ejemplos, ya sean basados en tu experiencia personal o en la de personas que conoces de manera más o menos cercana. En un utópico mundo en el que primara la salud por encima de todo, lo bello sería lo sano y algo sano es algo fuerte. Fuerte no significa necesariamente tener el cuerpo de un culturista de élite, fuerte es lo opuesto a débil y la delgadez ocasionada por la búsqueda a toda costa de encajar en unos cánones estéticos concretos, es y será débil siempre. Sabemos qué es sano y qué no, no debes caer en esa autocomplacencia de decir que tienes que aceptar tu cuerpo porque sí, como esté. Es la casa en la que tienes que vivir esta vida, puede ser más bonita o fea, pero tienes que intentar construir unos cimientos que te ayuden a resistir las tempestades que van a venir. Porque van a venir. La receta que está a tu alcance es sencilla: nutrición, ejercicio y descanso. Ponte a ello y que la fuerza te acompañe.

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