Creemos que el estrés solo se produce en la mente, pero el cuerpo también lo sufre

SALUD Raquel Alcolea para Abc
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Sentir que la cabeza te va a estallar, que se te hace un nudo en la garganta o que revolotean mariposas en tu estómago son sensaciones reales, no son producto de tu imaginación, ni tampoco son frases hechas. Esas sensaciones se desencadenan en diferentes partes de nuestro cuerpo cada vez que experimentamos una emoción (enfado, tristeza, alegría...) y son tan reales como un dolor de pancreatitis. De hecho, según explica la doctora Rosa Molina en su libro ' Una mente con mucho cuerpo' (Paidós), todas nuestras experiencias, emociones y sentimientos se producen antes que nada en el cuerpo y, en muchas ocasiones, el sufrimiento psíquico solo se libera a través de sensaciones físicas. Pero además el cuerpo puede ser el vehículo a través del cual podemos incidir positivamente en nuestra mente, bien a través de la actividad física, la práctica del mindfulness o incluso gracias a un abrazo o una caricia en el momento adecuado.

Hablamos con la Dra. Rosa Molina para entender nuestras emociones a través de lo que expresa el cuerpo.

En su obra revela que en las últimas décadas se ha concedido al cerebro una atención que ha derivado en una especie de «cerebrocentrismo», ¿por qué?

Los profesionales que trabajamos en este campo hemos focalizado las investigaciones en este gran órgano, tan complejo como el universo. Y lo cierto es que hemos avanzado mucho en ciencia y en medicina pero a nivel del conocimiento del cerebro aún estamos en pañales. Sabemos muchas cosas, sí, pero aún queda mucho. De hecho, creo que hemos puesto tanto el foco en este órgano para entender sus posibilidades y capacidades que nos hemos olvidado un poco del cuerpo. Y eso nos ha pasado a los profesionales pero también a la población. Llevamos tal ritmo de vida que todo lo intentamos resolver a nivel mental, olvidando que podemos utilizar el cuerpo como un aliado porque también es parte de ese escenario emocional. Igual que nuestras emociones se manifiestan en el cuerpo también podemos usar el cuerpo para resolver cuestiones relacionadas con la mente.

¿Cómo podemos lograr incidir de forma positiva en la mente a través del cuerpo?

Lo primero que debemos hacer es prestarnos más atención. Debemos frenar, parar y ser más conscientes de lo que sucede en el cuerpo. Muchos autores defienden que lo que aparece primero es la sensación física pura y dura y que es luego cuando procesamos lo que sucede y viene el pensamiento o sentimiento.

Si no prestamos atención a esos estados físicos y emocionales puede llegar un punto en el que se separen tanto entre sí que se automaticen, es decir, que nuestra forma de reaccionar o de gestionar nuestras emociones vaya por libre y aparezcan efectos como por ejemplo molestias gástricas o dolores de cabeza sin una aparente razón, es decir, de forma automática.

Lo ideal es parar y a aprender a gestionar las emociones para saber cómo se manifiestan en nuestro cuerpo y así poder usarlo como aliado. Una de las mejores herramientas para ello es el ejercicio físico. Está demostrado científicamente que se producen una serie de cambios cerebrales que facilitan la regulación emocional y propician la ansiolisis, es decir, la disminución de la ansiedad.

De hecho uno de los mensajes de su libro es que «mover el cuerpo ayuda casi de manera inmediata a pensar mejor»

Sí, es aquello de ponerle piernas al pensamiento o caminar para pensar. Esto ya lo sabían los griegos, lo hacían los peripatéticos, que paseaban mientras mantenían sus charlas profundas porque se inspiraban más. Al trasladarlo al día a día siempre pienso en este ejemplo: Cuando hablas por teléfono, ¿puedes estar sin hacer nada o te mueves, caminas, jugueteas com algo que sostienes en la mano, escribes notas o haces garabatos en una libreta...? Se ha demostrado científicamente que ese movimiento que implican esas acciones poco relevantes facilitan los procesos de memoria.

La cadencia del movimiento hace que nuestro cerebro se sincronice con un estado de relajación general y que emerjan y fluyan más fácilmente las ideas en ese contexto.

¿Cómo se puede promover la actividad física en todas las etapas de la vida?

Hay que interiorizarla. Pero además si somos padres, por ejemplo, hay que dar ejemplo, debemos trasladárselo a los más pequeños a través de acciones, no consejos. Debemos ejercitarnos con ellos. Ellos imitan todo y si lo hacemos así, lo integrarán en u día a día. Pero para que forme parte de la vida debemos ejercitarnos en cualquier momento, cuando vamos al trabajo, cuando sacamos un rato por las tardes... Lo ideal sería destinar un tiempo específico a diario a la actividad física, especialmente al aire libre.

Hacer ejercicio tiene que ser una rutina más y debería estar presente en nuestra vida de forma tan integrada como lavarse los dientes. A veces con detalles tan sencillos como subir escaleras o desplazarnos caminando a todos sitios siempre que podamos ya implica movimiento y ya quiere decir que estamos en ello. Hay que interiorizarlo como una rutina más. Y a partir de ahí es cierto que unas personas preferirán un tipo de ejercicio concreto porque les va mejor o porque les gusta más.

«Está demostrado científicamente que con el ejercicio físico se producen una serie de cambios cerebrales que facilitan la regulación emocional y propician la ansiolisis, es decir, contribuyen a la disminución de la ansiedad»
¿Conecta más con la mente un tipo de actividad física que otra?

Te podría contestar más a nivel personal que desde la evidencia científica. Me atrevo a decir que la actividad aeróbica, no necesariamente intensa sino aquella que ayuda a bombear al corazón y a ponernos en marcha, puede ser beneficiosa. Pero también reconozco que actividades como el yoga o el pilates, con menos exigencia aeróbica, también pueden estar bien. Al final el mejor ejercicio siempre es el que le vaya mejor a cada persona. No hay generalidades. Y además es algo que cambia en función de la etapa de la vida. A mí me ha pasado. Antes necesitaba actividades intensas, exigentes y muy aeróbicas para activarme y desfogarme pero ahora el cuerpo me pide otra cosa. Eso sí, siempre he mantenido la actividad física en mi vida.

¿Cuáles son los efectos del estrés en el cuerpo? ¿Es cierto eso de que somatizamos?

El estrés es una de las partes que mejor nos permite explicar esa relación mente-cuerpo, pues está estudiado que produce cambios químicos y biológicos claros en el organismo. Aumenta el cortisol, que es la hormona del estrés, y eso genera una serie de cambios en el organismo como por ejemplo caída del cabello, aumento de las arrugas, molestias gástricas, cefaleas... y además, sí, se pueden producir somatizaciones (que nosotros llamamos en realidad cuadros conversivos) y estas además pueden ser de lo más variopintas. Existe un tipo de cuadro conversivo, por ejemplo, que hace que los síntomas se produzcan a nivel neurológico y provoque lo que llamamos pseudo crisis convulsiva, que pueden ser fruto de un estrés elevado.

Por tanto, aunque parece que el estrés solo ocurre en la mente, en realidad se manifiesta en el cuerpo y se transforma en química pura y dura, que a su vez provoca efectos físicos puros y duros.

En la era de las redes sociales se da la comparación en cualquier momento y en cualquier lugar, ¿cómo nos afecta esto a nivel mental?

Tenemos en nuestras manos, especialmente los nativos digitales, unos dispositivos, una tecnología y unas aplicaciones con un conocido efecto adictivo. Las redes sociales proporcionan placer a través de la dopamina que se libera cuando se produce un 'like', cuando se tiene un nuevo seguidor o cuando se recibe un comentario positivo. Pero además produce lo que llamamos un refuerzo intermitente o alternante pues cuando entro a redes sociales no sé qué me voy a encontrar y eso lo hace aún más adictivo. Es cierto que puede ser un problema para las nuevas generaciones porque en las redes sociales se comparan de una forma masiva,con modelos que muchas veces no se corresponden con la realidad. También es verdad que surgen modas o formas de comunicación peligrosas y virales en las que se habla de formas de autolesionarse o métodos peligrosos para perder peso o alterar su cuerpo... Sí creo que hay aspectos muy negativos de las redes sociales pero también pienso que se puede orientar correctamente ese efecto tan amplificado y viral aprovechando esta herramienta tan potente para informar correctamente a la población desde un punto de vista científico y profesional.

La gente joven está en las redes sociales y eso es indudable. Lo que tenemos que hacer es estar con ellos y pensar que podemos unirnos a ellos y engancharlos al conocimiento y a la divulgación científica usando sus propios medios: humor, música, vídeos, imágenes... Hemos sido testigos también de movimientos bonitos entre la gente joven para visibilizar la importancia de cuidar la salud mental y eso confirma que también es posible viralizar movimientos preventivos.

En su obra revela que nuestras decisiones no son tan racionales y sesudas como se pensaba y que el cuerpo tiene mucho que decir cuando decidimos algo...

La división entre decisiones racionales y emocionales es artificial porque, si nos damos cuenta, todo lo que hemos vivido y experimentado a lo largo de la vida ha generado una serie de estados emocionales que han quedado grabados en nuestras vísceras de manera automatizada e inconsciente. Es lo que el gran divulgador Antonio Damasio llamaba el marcador somático. Este reúne una serie de sensaciones como las mariposas en el estómago, un cosquilleo, una punzada... o incljuso lo que a veces llamamos intuición o corazonada. En realidad esa corazonada es el fruto de lo que has vivido y experimentado a lo largo de tu vida, es como un resumen. Y ese resumen está en tus vísceras. Por tanto inicialmente esa información fue cognitiva o racional pero ha pasado a ser emocional y por eso las decisiones están mediadas por las sensaciones que vivimos en el cuerpo. Lo que pasa es que no las tenemos tan presentes ni las analizamos tanto. Nos centramos en esa parte que podemos objetivar, escribir y poner en palabras. Pero esa parte más intuitiva y emocional nos cuesta más. A menudo la describimos como una corazonada y no vamos mal encaminados pues se ha demostrado a nivel científico que acertamos en muchas cosas gracias a la intuición, especialmente cuando tenemos información masiva.

Y además recibimos a través de los sentidos mucha información a la que tal vez no demos importancia pero que nos dan claves sobre personas y momentos...

Si, de hecho nos pueden estar contando algo supuestamente verdadero pero como el lenguaje corporal diga otra cosa no nos creeremos lo que nos están diciendo. Es algo bastante sutil pero por ejemplo en las consultas de psiquiatría es una parte importante de nuestra evaluación específica. En ella recogemos esa parte del lenguaje corporal y del contacto visual, de modo que observamos si el paciente sintoniza con la conversación que estamos manteniendo y con sus propias emociones. A veces lo que vemos es que el paciente está contando algo intenso con una desaferencia afectiva brutal y esto lo podemos describir como una incongruencia entre el relato y lo experimentado. Son anotaciones subjetivas que son especialmente relevantes en las primeras consultas pero es una impresión clínica que tiene mucho valor, que puede ayudar a cerrar el cuadro que tenemos delante. Es algo que trabajamos mucho con los alumnos que empiezan a estudiar en este campo.

«Parece que el estrés solo ocurre en la mente, pero se manifiesta en el cuerpo y se transforma en química pura y dura, que a su vez provoca efectos físicos puros y duros»

¿Qué implicaciones tiene el concepto 'emoción corporizada' que cita en su obra?

El término «corporizado» viene de distintos autores, entre ellos Francisco Varela, que es un investigador y filósofo experto en este campo que lo usa para referirse precisamente a este componente corporal y físico de las emociones y estados mentales, es decir, hace una referencia directa a que nuestra mente está corporizada. Esto implica que nuestras sensaciones y sentimientos tienen origen en lo que llamamos los procesos interoceptivos o introceptivos, que incluye esa información experiencial citada que guardamos en nuestras vísceras y también en nuestras señales corporales, lo que llamamos propiocepción, que es lo que nos aporta datos sobre nuestra habilidad para movernos de determinado manera. Estas funciones están automatizadas y nos las ofrece nuestro cuerpo. Con este término por tanto (emoción corporizada) nos referimos a todos los procesos mentales que están insertados y vienen y provienen de procesos complejos que no solo incluyen a nuestro cuerpo sino a los demá pues, no lo olvidemos, también son el fruto de experiencias vividas en lo relacional, es decir, con los otros.

Todo lo que nos ocurre, todo lo que nos sucede tiene que ver con los demás...

Eso ha quedado grabado a fuego, nuestro aprendizaje emocional es siempre en relación a los otros. Si no hay otro, no hay yo. Nuestra mente no emerge de nuestro cerebro, sino que lo hace de dos cerebros como mínimo, es decir, de la interacción.

Y además tenemos el potencial para influir tanto en lo que hemos recibido genéticamente como en las circunstancias ambientales...

Si, nosotros en el campo de la salud mental siempre decimos que todo es bio-psico-social. Lo que es fascinante es que hay exista un componente genético, uno social y otro de personalidad y que todo confluya. El genético determina un porcentaje de lo que nos puede pasar, es decir, heredamos una vulnerabilidad. En cierto modo venimos marcados con esa vulnerabilidad pero la parte más bonita es que a nivel ambiental, es decir, a nivel epigenético podemos modular la expresión de esos genes porque una cosa es que vengamos de fábrica de una manera y no podamos transformar esos genes ni cambiarlos y otra cosa es que sí que podamos cambiar la expresión de esos genes. La expresión de esos genes se hace en forma de proteínas y esas proteínas determinan una serie de cambios físicos que se traducen en procesos psíquicos. Y ahí sí que podemos influir. Aún queda mucho por hacer en este ámbito pero es brutal pensar que luego esos cambios provocados por la epigenética se puedan heredar. Ya hay investigaciones en ese sentido.

Cambiar lo ambiental es poderoso. De hecho en el libro planteo la siguiente reflexión: si nos dieran la opción de «bebernos el ejercicio» en forma de sirope, ¿querríamos hacerlo? En realidad no es algo nos hiciera felices porque la satisfacción que produce formar parte de ese cambio físico gracias al esfuerzo nunca se conseguiría con ese sirope o elixir.

¿Qué señales del cuerpo indican que algo no va bien en la mente o al menos que no está conectada con el cuerpo?

A veces es difícil identificarlo y es cierto que se puede dar lo que llamamos una disociación entre ese componente físico, emocional y cognitivo. Y no somos capaces de integrarlo todo. A veces la señal de que algo no va bien podría ser ese momento en el que hay una desconexión tal que tenemos síntomas físicos repetitivos, como por ejemplo molestias gástricas o dolores de cabeza, y no hay una causa aparente una vez que hemos consultado a varios profesionales médicos. Ahí si no hemos hecho nunca ninguna asociación con un componente psicológico tal vez no lo tendríamos que plantear, especialmente cuando estos síntomas son repetitivos y terminan limitando el día a día o generando una disfunción. Tendríamos que prestar, por tanto, más atención para observar qué patrones se repiten cuando tenemos ese malestar físico o en qué situaciones se produce para entender que tal vez mi psique se están manifestando en mi cuerpo. Y al final ese estrés se puede transformar en química que esté provocando esos cambios físicos puros y duros. Parece que está más aceptado lo físico que lo psíquico pero hay que quitarse ese estigma porque todos manifestamos nuestra psique a través del cuerpo.

Es cierto, eso sí, que las expresiones corporales son universales y con ello quiero decir que la parte que nos cuenta nuestro cuerpo es auténtica, viene sin filtros y, aunqque con palabras podamos decir lo que queramos, transformar lo que sentimos y modularlo de una manera o de otra en función de con quien hablemos, a nivel físico las mariposas en el estómago se sienten tal y como se producen y esa es la parte que no podemos alterar.

¿Y por qué algunas personas no paran de tener achaques justo cuando la vida les sonríe o cuando no tienen nada de qué preocuparse?

En esos casos vemos una desconexión o un salto de gigante entre mente y cuerpo porque esas personas no son capaces de conectar con lo que les pasó, tal vez una vivencia traumática, tal vez un problema que no han querido o no han podido afrontar. Llega un punto en el que el estrés que se manifiesta en el cuerpo se automatiza. Es como lo que sucede con las crisis de ansiedad. Mucha gente tiene crisis de ansiedad en modo random, es decir, en cualquier momento. Se ha automatizado de tal manera esa forma de actuar por parte del cuerpo que esa crisis que venía en momentos concretos ya lo hace sin previo aviso. Por eso es tan importante prevenir, llegar a tiempo y prestarnos más atención. Necesitamos interpretar las señales que nos da el cuerpo.

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