Obesidad, uno de los principales desafíos para la salud pública del siglo XXI

NUTRICIÓN Rosario CALVO
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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1975 la obesidad se triplicó en todo el mundo. Se estima que alrededor de cuatro millones de personas adultas fallecen al año como consecuencia del sobrepeso y la obesidad. En este sentido, gran parte de la carga de las Enfermedades No Transmisibles (ENT) puede atribuirse al exceso de peso, tal es el caso de la diabetes, las cardiopatías isquémicas y ciertos tipos de cánceres.

“La obesidad se entiende como una enfermedad médica crónica y no simplemente como una consecuencia de malas elecciones de comportamiento de salud. Es el resultado de un desequilibrio entre el consumo de energía y el gasto energético de un individuo”, señala a Con Bienestar María Laura Oliva (M.P. 1.076), especializada en Nutrición Clínica y Referente del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires. y agrega que es una enfermedad heterogénea que puede desarrollarse mediante un aumento de peso lento y constante durante un período prolongado, o por ráfagas rápidas de aumento de peso, “es por ello por lo que se requiere un enfoque preventivo, se necesitan evaluaciones periódicas del peso corporal para detectar el aumento de peso temprano”.

La situación local
En la Argentina, el problema es preocupante y la prevalencia a lo largo de los años muestra una tendencia claramente ascendente en todos los grupos etarios y sociales, particularmente en los que están en situación de mayor vulnerabilidad social. Según datos de la cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR 2018), seis de cada 10 personas adultas se encuentran en esta condición.

Laura Chiormi (M.P. 008), nutricionista diplomada en Políticas Públicas y Secretaria del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires remarca que de acuerdo con esta encuesta, en las últimas décadas se registró a nivel mundial un cambio en el patrón alimentario, en particular en poblaciones urbanas. Por un lado, se encuentra el progresivo aumento del consumo de alimentos y bebidas con alto nivel de procesamiento (ultraprocesados), contenido energético alto y bajo valor nutritivo. Y simultáneamente, se observa la disminución del consumo de alimentos sin procesar o mínimamente procesados, como frutas, verduras, legumbres, granos integrales y semillas, entre otros.

“A pesar de este escenario desalentador, es importante destacar que estas enfermedades son prevenibles en gran medida. Así, a una semana del tratamiento del Proyecto de Ley para la Promoción de la Alimentación Saludable, nos encontramos frente a un escenario auspicioso para la implementación de políticas públicas orientadas a mejorar la alimentación de la población generando conciencia y promoviendo conductas responsables”, plantea Chiormi.

Enfoques integrales para luchar contra la obesidad
La compleja etiología de la obesidad ha contribuido a un sesgo y un estigma generalizados en el sistema sanitario y en la sociedad en su conjunto y obstaculizó el progreso en el manejo de la obesidad como enfermedad crónica. “Se requiere una movilización urgente de conocimientos y recursos, y un esfuerzo colectivo para reducir el impacto significativo y de gran alcance de la obesidad, en la población argentina”, propone Oliva.

Por otro lado, las estrategias de salud pública que se centran en la obesidad como un problema de alimentación poco saludable e inactividad física, e ignoran los factores biológicos, genéticos, ambientales y sociales que contribuyen a la obesidad, pueden abonar a la simplificación excesiva y a la falta de comprensión pública de la enfermedad.

Para Oliva, “esto puede conducir a narrativas sociales inexactas de que la obesidad es una elección y que solo las personas con este trastorno pueden abordar el propio. Esta falta de comprensión, a su vez, puede llevar a que las personas experimenten prejuicios y estigmas relacionados con el peso. Es necesario modificar la narrativa de la salud pública sobre la obesidad para alinearla con la comprensión científica y clínica actual como enfermedad crónica y desarrollar estrategias integrales de abordaje”, concluye.

Ampliar la mirada sobre esta enfermedad es fundamental. Esto implica generar conciencia sobre la importancia de encararla desde todos los factores que la desencadenan y políticas de Estado que ayuden a la difusión de prácticas saludables de salud y a la contención de quienes la padecen.

Fuente: TN

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