El perfil del psicópata-narcisista: cómo distinguirlos

NOTICIAS DE INTERÉS Sandra Palacios para ABC
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Aunque culturalmente se asocia la psicopatía a la delincuencia, no todos los criminales son psicópatas, ni todos los psicópatas infrigen la ley. De hecho, vivimos rodeados de psicópatas y no lo sabemos. En contra de lo que generalmente se piensa, desde fuera, a simple vista, veremos a una persona atractiva, carismática y probablemente encantadora. Candela Molina, psicóloga en Cepsim Madrid, los describe como personas «persuasivas, seductoras, egocéntricas, con una imagen grandiosa de sí mismas y una aparente sensación de auto-confianza». Incluso, en numerosas ocasiones, ocupan cargos de poder en grandes empresas o en política, ya que son aptos para estos puestos por no sentir empatía ni remordimientos a la hora de tomar decisiones que hacen sufrir a los demás, como despedir a alguien, desahuciarlo o robar de arcas públicas.

Perfil de un psicópata
Imagen exaltada de uno mismo
Fantasías y expectativas muy altas de éxito y poder
Nivel afectivo superficial, frío y carente de empatía
Crueldad hacia las personas y vulneración de sus límites
No asumen la responsabilidad de sus actos y las consecuencias de estos
Se comportan de manera explotadora en sus relaciones

Debido a este tipo de personalidad, Molina explica que suelen tener relaciones superficiales y promiscuas, con poca intimidad e inestables: «Viven sus deseos como algo irresistible y actúan con impulsividad. Debido a la imagen grandiosa que tienen de sí mismas y a la búsqueda de gratificación constante, estas personas suelen implicarse también en actividades de riesgo». Además, son especialmente hábiles a la hora de captar qué sienten los demás y manipularlos para conseguir sus fines, empleando sus habilidades interpersonales para lograr sus deseos, aunque eso conlleve aprovecharse, engañar o dañar a los demás. Si fuese necesario, pueden llegar a usar la violencia, pues son incapaces de sentir lo que el otro siente, su dolor o su afecto.

¿Cómo piensan?
Por un lado, los psicópatas tienen poca consciencia de sus actos y cómo repercuten en su entorno. Por otro, Molina expone que hay una fuente de sufrimiento, aunque no sea fácil verla: «Precisamente en sus rasgos egocéntricos está su punto débil, ya que tienen miedo a ver dañada su imagen grandiosa, porque tratan de sentirse todopoderosos ante los demás». En aquellos momentos donde su imagen se pone a prueba, experimentan mucha angustia por si reciben una crítica o humillación, y harán lo posible por mantener esa imagen de grandiosidad, aunque ello implique dañar. Esto se conoce como 'angustia narcisista': no toleran la crítica o la humillación, por lo que experimentan con frecuencia sentimientos de envidia o devaluación del resto, especialmente si los considera competidores.

Posibles causas y tratamiento
Molina expone que no hay una evidencia clara sobre cuáles pueden ser la causas de este tipo de personalidad. «En ocasiones se habla de traumas en la infancia, pero no se cumple en todos los casos», comparte la psicóloga. La mayoría de las personas –explica– experimentamos la culpa y desarrollamos la empatía desde la infancia. Un psicópata, en cambio, no aprendería esto durante esa etapa de la vida y al pegarle, por ejemplo, a su mascota, no percibiría ningún sentimiento negativo, por lo que no dejaría de hacerlo y el castigo no es un mecanismo que sirva para frenar su comportamiento.

Raramente acudirá un psicópata por voluntad propia al psicólogo. Si lo hace, será por orden judicial o, por ejemplo, porque ha perdido a su pareja y quiere recuperarla. En este último caso, buscará ayuda porque es consciente de que su manipulación ya no surte efecto, pero su finalidad no es cambiar. Además, Molina asegura que no hay un tratamiento verificado que permita cambiar a este tipo de personas. «Sin embargo, sí pueden aprender ciertas herramientas en terapia que permiten mayor bienestar y adaptación social», porque aunque no puedan empatizar emocionalmente ni tengan la necesidad de tener relaciones afectivas, «sí pueden aprender que empatizar cognitivamente y hacer 'cosas que sientan bien a los demás' es una fuente de gratificación. Es decir, pueden aprender que comportarse de un modo prosocial es bueno y útil».

 

Su entorno se ve afectado porque no hay una reparación del daño que causan; no asumen su responsabilidad en este sentido. Esto deriva en un detrimento del autoestima de la gente que los rodean. «Suelen experimentar mucha confusión ante la persona psicópata, pues esa imagen deseable compite con sus actos dañinos», manifiesta Molina.

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