Cómo influye la incertidumbre y la permanente discusión política en nuestra salud mental

NOTICIAS DE INTERÉS Carola LEVI
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La crisis sanitaria mundial por el covid no es la única responsable de que el 70% de los argentinos sufra de estrés y ansiedad. Por lo menos así lo aseguran distintos especialistas. La pandemia exacerbó otras cuestiones de preocupación cotidiana que se han ido instalando hace décadas en la cultura argentina: la inestabilidad económica, la incertidumbre y la eterna rivalidad y puja política que ha sabido separar a amigos, parejas y hasta familiares.

La famosa grieta también impacta en la psiquis de las personas y sus consecuencias pueden ser paralizantes, mejor dicho, desconcertantes. Muchos argentinos manifestaron su descontento y cansancio en las urnas, precisamente en las últimas PASO, lo que desencadenó un malestar en algunas fuerzas políticas del país.

Pero ¿de qué se trata el estrés político? ¿Somos los argentinos víctimas de este fenómeno? Carla Vitale, licenciada en Psicología y en Terapia Ocupacional y docente titular de cátedra Introducción a la Psicología en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), le aseguró a Con Bienestar que “la política es una fuente de estrés que puede ocasionar en la comunidad efectos nocivos para la salud”.

En ese sentido, ahondó: “El estrés político se manifiesta como otro tipo de estrés, con síntomas como dificultades para dormir, fatiga, depresión, dolores corporales (de cabeza, estómago, etcétera), náuseas, preocupación, sensación de falta de control y miedo. A eso, se le añaden otros factores, propios de la actualidad, que han empeorado las cosas. La intolerancia y la incertidumbre es algo que está presente, no solo por la situación política y socioeconómica que estamos viviendo desde hace años los argentinos, sino también producto del contexto sanitario que estamos atravesando a nivel global, con una fuerte repercusión negativa en nuestras emociones”.

Para la especialista, la permanente información a la que estamos sometidos “abruma nuestro pensamiento”. “La dicotomía de bandos que irrumpe en la vida es invadida por la desesperanza, generando un estrés y preocupación constantes que no terminan en las elecciones, aunque sí el miedo está al servicio de ellas, porque generar ese miedo es la estrategia para no elegir al rival. Los políticos generalmente no centran su discurso en lo que van a realizar, sino en lo malo que será el otro. Eso nos impacta y nos pone en alerta, generando temor y con ello, un aumento de la preocupación”, explicó.

Vitale señaló que la ansiedad anticipatoria que se desencadena por la “posible catástrofe” que se producirá (según los propios políticos) si viene tal o cual candidato, hace que nuestro cuerpo reaccione y se predisponga a “atacar, huir o paralizarse”.


¿Qué podemos hacer para disminuir los niveles de estrés político?
La especialista sugiere:

La dieta informativa es una opción. Sólo una vez al día recibir o consumir noticias para estar informado. Por la mañana, es la mejor opción, para, por la noche, poder descansar mejor.
El voto ofrece también una sensación de control. Usemos ese beneficio.
Intentemos no desatar guerras familiares con los fanatismos, sino pensar que esto va a pasar y que afrontaremos, con los recursos que disponemos en la vida, las eventualidades a medida que se vayan presentando, de manera sabia, involucrándonos, viendo lo que está a nuestro alcance y aceptando lo que no podemos cambiar.
Para Vitale, la ansiedad es un estado de alerta ante una posible amenaza. “La cronicidad de esta altera nuestra salud mental y física. Intentemos entonces centrarnos en el hoy y evitemos pensar las mil e infinitas opciones de ´desastres´ que los políticos nos hacen creer que pasarán si ellos no ganan las elecciones o gobiernan en el país. En definitiva, solo una de esas mil podría pasar y habremos sufrido por 999 de más”, advirtió.

Por su parte, el médico neurólogo y psiquiatra, Enrique De Rosa Alabaster (M.N. 63406), dijo al respecto: “La incertidumbre tiene claras consecuencias en la salud mental. La mente, el psiquismo, necesita un punto de anclaje para establecerse, para la construcción de un curso de pensamiento. Para eso, y aunque el contenido sea fallido, se necesita tener alguna certeza. Por ejemplo: ´Soy un excelente profesional en lo mío´. Esa construcción autorreferencial permite armar algo. Cuando eso va cambiando todo el tiempo, esa construcción se ve afectada. La falta de certeza es un concepto que impide la construcción psíquica más elemental. Todo pasa a ser ilusorio, un delirio disgregado, ya que nadie puede construir a partir de eso, más que de una manera delirante”.

El neurólogo explicó además que, cuando hay una cuarentena, “la certeza pasa a ser incierta y empieza a generar un nivel de angustia muy importante”. “Cuando no hay escapatoria a ese vacío, cualquier cosa pasa a ser más aceptable que la incertidumbre. La discusión política permanente en el país, los supuestos opositores, consiguen ese fin: que la gente no pueda tener un punto claro entre si son malos, buenos, virtuosos, ladrones o eficientes. Con este intercambio permanente de roles, discusiones e incertidumbre, no se logra establecer nada claro. Se va instalando el ´no te preocupes, nosotros vamos a pensar por vos porque somos intelectuales, pensadores o sabemos más que vos (ciudadano común) ´. El camino de permanente incertidumbre es, lamentablemente, el que precede siempre a los gobiernos totalitarios”, concluyó.

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