Las once claves para controlar las emociones y conservar la salud del corazón

SALUD Ana COHEN
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En los últimos años, varios estudios han demostrado la asociación existente entre los factores psicosociales (como estrés, depresión y ansiedad) y las enfermedades cardiovasculares. Estos tres estados pueden precipitar la aparición de patologías cardíacas, así como, la enfermedad en sí misma, puede generar esos estados. La realidad, es que las emociones repercuten directamente en la salud del corazón.

“Un paciente con depresión que recibe tratamiento reduce hasta un tercio su riesgo de padecer episodios coronarios. Hoy sabemos que una situación de divorcio, una mudanza o un despido laboral pueden ser tan dañinos como tener el colesterol elevado, padecer hipertensión arterial u obesidad”, le dijo el cardiólogo Hernán Provera (M.N. 112.732) a Con Bienestar.

La explicación médica es que el estrés genera una respuesta en el organismo que consiste en el aumento de la frecuencia cardíaca. “Aumenta la presión arterial y la secreción de hormonas como el cortisol, denominada la hormona del estrés. Si eso ocurre durante un tiempo es normal porque prepara a nuestro organismo para enfrentar una amenaza, pero por tiempo prolongado genera una respuesta dañina en el organismo: produce un aumento en los niveles de glucosa en sangre y la alteración en el metabolismo de los lípidos (grasas). Todos esos son factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares”, explicó el especialista.

Cómo ayuda al corazón tener una visión positiva
El manejo de las emociones y la enfermedad cardiovascular están estrechamente relacionadas. Según Provera, ser optimista ayuda a reducir los eventos cardíacos. En ese sentido, el cardiólogo señaló: “Actualmente se está investigando el fenómeno opuesto, es decir, cómo impactan las emociones positivas en la salud. Se ha comprobado que la actitud positiva no sólo disminuye la aparición de ciertas enfermedades, sino que hasta puede llegar a reducir la mortalidad”.

Durante muchos años. se han asumido los modelos patógenos de salud, aquellos que se focalizan en las debilidades del ser humano. Sin embargo, existen otros modelos más saludables, que entienden al individuo como una persona activa y fuerte, con una capacidad de resistir y salir adelante, a pesar de la vivencia de adversidades.

Las emociones y el corazón muchas veces están en íntima relación. Órgano vital ligado al amor, tristeza, sinceridad, temor, valentía, entre otras cosas. “Desde hace tiempo, diferentes estudios han demostrado que la gente que se siente aislada o padece estrés crónico, es más propensa a padecer enfermedades cardiovasculares. Por el contrario, se ha comprobado también que las personas psicológicamente positivas tienen hasta un 50% menos de probabilidades de sufrir un problema cardíaco”, sostuvo Provera, jefe del área de Riesgo Cardiovascular del Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (INEBA).

“Algunos trabajos rubrican que los médicos les damos en promedio once segundos a nuestros pacientes para que expliquen su problemática, antes de interrumpirlos. ¿No deberíamos entonces escuchar más? Seguramente llevando a cabo ese ejercicio podremos entender mejor sus emociones y patologías”, reflexionó.

Para el especialista, el bienestar y los factores psicosociales positivos se han relacionado con una menor incidencia y recurrencia de enfermedad coronaria y cerebrovascular. Así, el optimismo -definido como una actitud mental que interpreta positivamente los acontecimientos de la vida- es un recurso psicosocial asociado con la salud cardiovascular.

“La presencia de factores psicosociales positivos mejora la adherencia a tratamientos no farmacológicos y farmacológicos, lo cual reduce la necesidad de atención ambulatoria y hospitalización, la morbimortalidad cardiovascular y los costos de salud. Tener una actitud optimista no solo permite disfrutar mejor de la vida, sino que también la prolonga en tiempo”, comentó.

Variables como el optimismo y la emocionalidad positiva favorecen la salud cardiovascular de las personas adultas. Por el contrario, la escasa habilidad para controlar emociones negativas que producen una experiencia emocional desagradable -como la ansiedad, el estrés, la ira y la tristeza- predice la aparición de enfermedades cardiovasculares.

“De los factores psicosociales considerados cardioprotectores, el optimismo fue el primero identificado y el que más se ha estudiado. El ritmo cardíaco es un fiel reflejo de nuestro estado emocional. El cuerpo interpreta esos latidos en relación al estado fisiológico emocional en el que se encuentra, pudiendo ser estados emocionales negativos, manifestados en estrés, tensión y miedo, o estados emocionales positivos, exteriorizados en alegría, tranquilidad y paz. Las emociones afectan positiva o negativamente nuestra salud. El cuerpo habla y debemos aprender a escucharlo”, dijo por su parte Carlos Reguera, médico cardiólogo y jefe del Área de Medicina Preventiva y Cardiología de INEBA.

“La puerta para aprender y desarrollar las habilidades emocionales siempre está abierta. El cerebro es maleable y está predispuesto a aprender cosas nuevas. La inteligencia emocional es algo que sí es posible aprender, desarrollar y utilizar para éxito en todos los ámbitos de la vida diaria y para mejorar la calidad de vida”, añadió.

Claves para trabajar los estados emocionales y ser más positivos
Los especialistas aconsejaron:

Ser agradecidos.
Enfocarse en lo que depende de uno.
Sonreír.
Dar incondicionalmente.
Celebrar pequeños logros.
Realizar actividad física.
Rodearse de personas positivas.
No criticar, no juzgar ni quejarse.
Aceptar las críticas.
Demostrar sentimiento genuino hacia los demás.
Ser caluroso en la aprobación y generoso con los elogios.

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