Qué es la responsabilidad afectiva y por qué no puedes huir de ella

NOTICIAS DE INTERÉS María Alcaraz para Abc
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El equilibro entre tener en cuenta lo que piensan y sienten los demás y lo que pensamos y sentimos nosotros, especialmente si hablamos de las relaciones románticas, es complicado. No queremos ser egoístas, y pensar solo en lo que nos afecta a nivel individual, pero tampoco queremos volcarnos en la otra parte olvidándonos por el camino de nosotros mismos.

La clave para alcanzar ese punto medio es la responsabilidad afectiva, que podríamos definir como la consciencia de que lo que decimos y hacemos tiene un impacto en los demás. Explica Pilar García Flórez, psicóloga sanitaria en TherapyChat, que esta se basa en ser capaz de expresar nuestras necesidades y emociones siendo respetuosos con las emociones del otro. «Eso implica hacerse cargo de los propios sentimientos, de la manera de expresarlos y tener presente que los vínculos que establecemos con otras personas implican un cuidado mutuo», dice.

Es muy importante entender que responsabilidad afectiva no es sinónimo de hacernos cargo de las emociones de los demás. Dice la profesional que «no pasa nada si a veces priorizamos al otro», pero esto puede suponer un problema cuando eso se convierte en la forma de funcionamiento habitual, o cuando lo hacemos desde la obligación y no desde la elección. También, esta responsabilidad se basa en cómo reaccionamos ante las emociones ajenas. Comenta la psicóloga Maia Tabar, de los demás, pero si podemos validar y legitimar las emociones de la otra persona cuando nos las exprese.

Sinceridad aunque duela
La idea de la responsabilidad afectiva, entonces, es poder cuidar al otro, todo lo que sea posible, no con el objetivo de evitar siempre el sufrimiento, sino de evitar un sufrimiento innecesario. Y, claro, no olvidarnos de cómo nos sentimos nosotros. García Flórez pone un ejemplo: si tenemos una relación que sentimos que tiene que terminar, «al comunicarlo no vamos a evitar que a la otra persona le duela», pero estaremos siendo honestos con nosotros y con el otro. «Como indica el término, se trata de ser responsable con las relaciones que establecemos, pero eso no significa sobreproteger», reitera.

Qué es responsabilidad afectiva
Hablar sobre nuestros sentimientos y expectativas sobre la relación.
Tener una buena comunicación. También (especialmente) cuando vamos a hablar de lo que nos molesta.
Poner límites de mutuo acuerdo con la intención de respetarse.
Cuidarse mutuamente.
Entender que nuestras acciones tienen consecuencias en el otro.
Qué no es responsabilidad afectiva
Ocultar información importante sobre nuestros sentimientos a la otra persona.
No validar sus emociones o no permitir que las exprese.
No ser claro o incumplir los acuerdos previamente establecidos.
Llevar a cabo comportamientos que puedan llevar a ilusionarse a la otra persona cuando nosotros no queremos implicarnos.
Pretender que el otro adivine lo que siento y/o necesito.
Aunque es más fácil aplicar este término en el contexto de una relación de pareja, debemos entender que la responsabilidad afectiva 'está vigente' en las dinámicas familiares, en las de las amistades e incluso en las laborales. Y en estos casos, al igual que dentro de una relación romántica, la responsabilidad afectiva tiene que llevarse a cabo desde el principio. «Cada uno tenemos que ser conscientes de cómo nos vamos sintiendo con los actos del otro, y al mismo tiempo ser capaces de comunicarlo de una manera asertiva. S0lo de esta manera podremos construir una relación saludable basada en la comunicación y en el respeto mutuo», asegura Maia Tabar.

«Solo de esta manera podemos construir una relación saludable basada en la comunicación y en el respeto mutuo»
Se debe trabajar esta responsabilidad incluso con dinámicas nuevas. Es decir, aunque solo se hayan tenido un par de citas con una persona, por ejemplo, no se debe ocultar información o no contar ciertas cosas, con el objetivo de 'no hacer daño': desde el principio hay que practicar la sinceridad. «Todos tenemos derecho a poder decidir sobre nuestras relaciones y para eso necesitamos conocer toda la información, independientemente de la duración de ese vínculo o del nivel de compromiso del mismo», asegura Pilar García Flórez.

De manera 'teórica', ser responsable afectivamente no parece complejo, pero muchas veces es difícil, pues sabemos que, en ocasiones, hacer lo correcto duele más de primeras que no hacerlo. Aun así, hay pautas que pueden ayudarnos a mejorar este aspecto de la manera en la que las relacionamos con los demás. Por ejemplo, asegura Maia Tabar que un elemento clave es la comunicación asertiva. Se trata —explica— de expresar qué queremos, qué nos molesta, qué sentimos entre otros de una manera directa, con claridad y honestidad.

Hacerse cargo de las emociones propias
También, la profesional considera muy importante por un lado entender que una relación va más allá de uno mismo («Tenemos que dejar a un lado el egoísmo y cultivar la empatía») y por otro, tener claro que cualquier relación tendrá conflictos. Asimismo, recuerda que todos tenemos derecho a equivocarnos, pero que si somos responsables afectivamente tendremos que asumir la responsabilidad de nuestro actos y ser capaces de pedir perdón, al igual que ser capaces de perdonar al otro.

Para terminar, Pilar García Flórez añade otros dos puntos esenciales para poder ser responsables afectivamente. Es esencial hacerse cargo de las propias emociones. Es decir, no podemos no culpar al otro de lo que sentimos. «Tenemos que ver de dónde vienen esas emociones y sobre todo, qué nos quieren decir», indica. Practicar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es igualmente ineludible: lo peor que podemos hacer es terminar confundiendo y llenar de dudas a la otra persona.

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