¿Sería bueno para la salud y el planeta que se consumiera menos carne?

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Julia VOSCO
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¿LA CARNE ES MALA PARA LA SALUD?
 Sobre los efectos de la carne en la salud existe un informe de 2015 de la Organización Mundial de la Salud que clasifica las carnes procesadas como causantes de cáncer y a las rojas como probables causantes.

Este informe de la OMS se basó en su momento en más de 800 estudios diferentes, seleccionados por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), que relacionaban el cáncer en los seres humanos y el consumo de carnes rojas o procesadas.

Por otra parte, decenas de estudios científicos asocian las grasas saturadas dominantes en los productos cárnicos con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

¿LA CARNE ES MALA PARA EL PLANETA?
Como bien dice Garzón en el vídeo, “las vacas y las heces de los cerdos y sus piensos generan más contaminación que los coches)”, pues este dato aparece en un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) del año 2009.

Este documento indica que el sector ganadero “es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero medidos en equivalentes de CO2, un porcentaje mayor que el correspondiente a los medios de transporte”.

El porcentaje del 14,5% de emisiones de gases de efecto invernadero generado por la ganadería consta en otro informe posterior de la FAO.

¿QUÉ SE ESTÁ HACIENDO PARA REDUCIR EL CONSUMO DE CARNE?
Las palabras del ministro Garzón no están acompañadas de medidas legislativas o económicas para reducir el consumo de carne. Al contrario, hasta ahora se ha promocionado con subvenciones y campañas como #LetsTalkAboutPork o #HazteVaquero, señala la asociación ProVeg en un comunicado de prensa.

ProVeg pide que se aplique a los productos un IVA que refleje su impacto ambiental. A mayor huella, mayor IVA. Así, habría que reducir el IVA de las de alternativas vegetales y subir el de carne y lácteos de origen animal.

También se deberían modificar las guías nutricionales oficiales para que se adaptaran al concepto de “dieta planetaria” y priorizaran el consumo de proteína vegetal frente a la animal. Un ejemplo sería la guía alimentaria de Canadá.

Otras ideas son ofrecer menús vegetales en colegios, hospitales y otros servicios públicos e incluir información sobre el impacto ambiental en las etiquetas de los productos alimentarios.

Finalmente el gobierno debería establecer objetivos concretos para la reducción del consumo de carne en el marco de las medidas que se toman para evitar el cambio climático, propone ProVeg.

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