La historia de las papas fritas con ketchup

NOTICIAS DE INTERÉS Ana COHEN
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No es un fenómeno de larga data. Los que peinan canas miran con sorpresa como hace un par de lustros que en las hamburgueserías los adolescentes comen papas fritas con ketchup como aderezo. ¡Mucho ketchup!

No es algo que debería llamar la atención. A fin de cuentas, el ketchup es una variante de la salsa de tomate, producto que se incorporó a la dieta europea en la segunda mitad del siglo XVII, lo mismo que la papa, americana de nacimiento, pero adoptada con éxito en el Viejo Mundo.

 Así como la papa frita alcanzó su clímax con franceses y belgas, la historia del ketchup es más sinuosa. Es un aderezo de origen picante chino que fue llevado a Occidente por los ingleses. El tomate se lo agregó en 1876 el empresario estadounidense Henry J. Heinz, quien, tras probar con manzanas y otras frutas, optó por esa hortaliza como elemento principa

La tendencia de combinar ambos ingredientes data de la década de 1940, en los Estados Unidos (en Europa era costumbre comer las papas fritas con mayonesa). Pero a medida que crecía la popularidad de los restaurantes de comida rápida, también lo hacía el deseo de untar las papas fritas en ketchup, aderezo presente en las mesas.

Pero el fenómeno se dio a fines de la década de 1970, cuando el ketchup devino en un producto sensiblemente más dulce debido al aumento en las fórmulas de jarabe de maíz, con alto contenido de fructosa, lo que gustó al segmento de público más joven.

Esta moda tuvo un desembarco tardío en la Argentina, entrado el nuevo milenio, y parece que llegó para quedarse. O al menos hasta que aparezca otra de las salsas que Heinz y otra empresa del rubro saque al mercado y logre desplazar al ya clásico ketchup.

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