El beneficio del reencuentro: tu cerebro sabe que el contacto social aporta felicidad

NOTICIAS DE INTERÉS Raquel ALCOLEA para Abc
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Reencuentros familiares, planes o viajes con amigos (ya sea en solitario o en pareja), volver al pueblo o a nuestro lugar de origen, retomar aficiones colectivas deportivas o de ocio... Somos seres sociales y la interacción social garantiza el crecimiento sano y la evolución tanto de niños como de adultos, según explica Guadalupe Gómez Baides, directora del Instituto Europeo del Bienestar y creadora del Método Eficacia Mental. La experta incide en el hecho de que no se trata, como apuntan algunos autores, que tengamos la necesidad de socializarnos porque dependamos unos de otros para la obtención de recursos, sino que es algo que va mucho más allá.

Por un lado sentir que pertenecemos a grupos (familiares, de amistades, de intereses...) nos ayuda a vivir una vida más plena. Y por otro, en realidad si te paras a pensar en algunos de los momentos más felices de tu vida es probable que la mayoría de ellos se haya dado en contextos de relación (o mejor dicho, de conexión) con otras personas. «Cuando fluimos en nuestras relaciones, sentimos un bienestar y una felicidad sin igual», explica Gómez Baides.

También es cierto que no todos sienten la socialización como algo vital. Mientras que muchas personas afirman que regargan las pilas relacionándose con los demás, otros valoran su tiempo en soledad e incluso lo prefieren. Es normal que existan esas diferencias, pero por encima de esas preferencias está, según revela Gómez Baides, la necesidad de relacionarse, seamos o con conscientes de ello «porque estamos genéticamente diseñados para vivir en comunidad». Así, la experta explica que es nuestra naturaleza y que el bienestar y la salud son como una silla de cuatro patas: salud física, salud mental, salud emocional y salud social. «Si nos falta una pata, la silla se cae», alerta. Pero además en su opinión la pata social no solo es imprescindible para mantener la silla, sino que está interrelacionada con el resto de las patas y contribuye a mejorar la salud mental y la emocional.

 El aislamiento al que nos ha obligado la pandemia ha hecho que algunas personas duden y que otras se hayan acostumbrado a mantener pocas interacciones, pero la dirctora del Instituto Europeo del Bienestar insiste en que es vital recuperar la salud social, aunque nos cueste al principio, porque aporta los siguientes beneficios:

Beneficios
Mejoramos la seguridad en nosotros mismos
Desarrollamos la empatía
Escuchando a los demás tenemos 'vacaciones' de nosotros mismos y de nuestros problemas
Nos sentimos más activos y energéticos
Aumentamos la salud del cerebro: atención, memoria, fluidez verbal, agudeza..
Reducimos el estrés y la ansiedad

Por eso la experta incide en la importancia de buscar la manera de recuperar y disfrutar al máximo de los contactos presenciales con las personas que más queremos. Eso sí, para que los reencuentros con amigos y seres queridos sean realmente efectivos y gratificantes es importante seguir una máxima: respeto a nosotros mismos y a los demás. «Tenemos que aumentar nuestra tolerancia para respetar cualquier postura que tengan los otros. Pueden preferir un saludo a distancia, chocar los codos, un abrazo (con o sin mascarilla)... ¿Y si jugamos a no juzgar al otro? Su preferencia está basada en su experiencia vital y en cómo ha vivido este último año y medio. Aunque pueda ser parecida a la nuestra ninguna bioquímica cerebral es igual a otra y cada persona piensa lo mejor que puede y lo que le permiten sus neuronas», argumenta Gómez Baides.

Tan importante como respetar a los demás es respetarnos a nosotros mismos, pues es fundamental tener claro (y también saber verbalizar) con qué saludo o con qué situación nos vamos a encontrar a gusto. «Si me incomoda cualquier muestra de afecto, debemos decirlo cuanto antes. Y si prefiero que nos sentemos separados, debo hacerlo saber. Es importante verbalizar lo que nos hafce sentir cómodos porque si no lo hacemos tenderemos a limitar los encuentros sociales y no nos beneficiaremos de los efectos positivos de la interacción», aclara.

Si además esas interacciones sociales se hacen en la naturaleza y al aire libre la ecuación es completa pues, tal como asegura Gómez Baides, esta opción permite reducir la ansiedad del reencuentro.

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