Muchas personas ven normal estar hinchados como globos, pero indica que nos pasa algo

NUTRICIÓN Raquel ALCOLEA para ABC
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Lo que comes y lo que dejas de comer juega un papel crucial en tu vida y tiene una relación directa con tu salud. A menudo convivimos con afecciones comunes como intolerancias, alergias, diabetes, colesterol, endometriosis o hipertensión pensando que solo pueden tratarse con fármacos. Pero lo cierto es que muchas de estas dolencias se pueden prevenir e incluso combatir con hábitos alimenticios específicamente pensados para ello, según defiende en su libro 'Dietoterapia' (Ed. Vergara), Elisa Escorihuela, nutricionista, farmacéutica y colaboradora de ABC Bienestar (con su blog 'Aula de nutrición'). No se trata de seguir dietas milagrosas o pautas imposibles sino de utilizar la alimentación como una herramienta para la prevención o el tratamiento de una enfermedad basándos, según explica la autora, en una aproximación científica que relaciona los componentes nutricionales con causas y síntomas.

A lo largo de su trayectoria profesional Escorihuela ha visto que en muchas ocasiones su labor se reducía al recuento de calorías o a los procesos de pérdida de peso. Y, aunque su intención no es quitar importancia a la necesidad de mantener un peso saludable, lo cierto es que una de las ramas de su profesión que más le interesa es la que se centra en utilizar la dieta como parte de un tratamiento. Eso sí, lo hace, según aclara, sin subestimar el resto de tratamientos ya sean médicos, quirúrgicos o farmacológicos.

Por eso en su libro 'Dietoterapia' muestra cuáles son casos más frecuentes en consulta y aporta una guía para conocer cómo abordarlos desde la nutrición y con un enfoque científico.

De la información que aporta el paciente, ¿cuál es la más relevante para valorar su caso y saber cuál es la dietoterapia adecuada?

Toda la información que da el paciente es importante, incluso aquella que en un principio se considera poco relevante, siempre es de ayuda. Existen casos que son muy sencillos y que están previamente diagnosticados, como puede ser una hipercolesterolemia o el estreñimiento, por ejemplo. Pero en otras ocasiones nuestra labor como nutricionistas está en hacer de 'Dr. House' y averiguar por qué el paciente tiene una determinada sintomatología. En ocasiones encontramos que considera normal algunas molestias (porque las sufre de siempre o desde hace mucho tiempo) y que por eso las pasa por alto.

Como nutricionistas sabemos que es importante escuchar y también ser muy preguntón o preguntona.

A menudo acudimos a la consulta cuando el caso ya es grave, ¿con qué señales concretas deberíamos acudir a un profesional?

La señal menos sutil que da el cuerpo es que cuando ocurre algo aparece el dolor. Este nos avisa de que algo no está funcionando bien y de poco nos servirá taparlo con analgésicos o antiinflamatorios. Lo que debemos hacer es conocer qué es lo que lo provoca.

Otras señales que escuchamos menos y que son importantes tienen que ver con la frecuencia con la que vamos al baño, el número de deposiciones, la forma y su color... Todo esto nos revela cómo está nuestra salud. Muchas personas normalizan el estreñimiento, incluso las diarreas, llegando a considerar que es normal porque es algo que les lleva pasando desde hace mucho tiempo.

Y lo mismo sucede con aquellas personas que cuando comen se hinchan como globos, descansan mal o incluso tienen problemas en la piel. Todo tiene un porqué y hay que tratar de averiguar ese porqué.

De las patologías citadas en el libro, ¿cuáles son las más frecuentes en consulta? ¿Y las más preocupantes?

En 'Dietoterapia' se plantean las diez patologías más frecuentes en la consulta. Algunas tienen una solución relativamente sencilla, como pueden ser la hipercolesterolemia o el estreñimiento pero las más preocupantes para mi son las enfermedades intestinales, la histaminosis y la endometriosis.

Cada una de ellas tiene una peculiaridad. Las enfermedades intestinales están aumentando de una manera alarmante. La histaminosis tiene un cuadro clínico tan variable que hace que el diagnóstico se convierta en una odisea. Y la endometriosis es una causa de sufrimiento, tanto físico como anímico para la mujer.

¿Cuáles son los hábitos relacionados con la alimentación que más daño nos hacen?

El incremento en el consumo de alimentos, o mejor dicho productos, procesados como las comidas precocinadas, la bollería industrial, las bebidas azucaradas y el alcohol, que son los peores enemigos «alimentarios» para la salud.

La falta de tiempo nos lleva en muchas ocasiones a consumir este tipo de productos, alejándonos cada vez más del patrón de alimentación que tenían nuestros antepasados.

¿Y los que más nos benefician?

Planificar las comidas y comprar más en mercados tradicionales nos ayudará a preservar nuestra salud.

Lo ideal es seleccionar siempre productos frescos y a ser posible locales (de proximidad) y de temporada, priorizando las verduras y hortalizas, frutas, pescados y carnes sin procesar, las legumbres y los huevos. Vivimos en un país afortunado en este sentido porque hay de todo y de buena calidad.

Debemos comenzar a darle a la alimentación la importancia que merece, aunque obviamente existen otros hábitos como la práctica de ejercicio físico y un descanso de calidad que nos van a ayudar a mantener nuestro estado de salud.

¿En qué medida están relacionadas las enfermedades digestivas con la mente? ¿Cómo se trabaja desde la dietoterapia?

Debemos comenzar a ver todas las enfermedades como un todo, desde un punto de vista más holístico y multidisciplinar.

Nuestro estado de ánimo puede afectar a la salud física. A unas personas les afecta más en su sistema digestivo y a otras les afecta más en la piel.

Intentar tener un equilibrio emocional nos ayuda a mejorar cualquier patología pero este campo es competencia de la ciencia de la psicología, que es otra rama fundamental en el tratamiento multidisciplinar de las patologías.

Lo que sí que puedo decir es que según los estudios científicos prácticas como la meditación o el mindfulness mejoran considerablemente la salud.

¿Han aumentado las intolerancias alimentarias en los últimos años?

Durante los últimos años las intolerancias han aumentado tanto por los malos hábitos como por la contaminación ambiental. Aunque también ha contribuido a ese aumento el mayor conocimiento científico que tenemos de ellas, es decir, que se diagnostican más casos porque tenemos un mayor conocimiento de las intolerancias.

Hoy en día las intolerancias que más se están diagnosticando son a la fructosa y lactosa. La fructosa es un poco más difícil de tratar pero con buenas pautas personalizadas se puede controlar sin que eso afecte a la salud.

¿Qué prácticas relacionadas con la seguridad alimentaria considera peligrosas para las patologías digestivas?

La seguridad alimentaria es una asignatura pendiente en muchos hogares. La falta de conciencia de los peligros que puede conllevar un mal tratamiento de los alimentos en nuestras cocinas puede llevar a contraer toxiinfecciones que podrían tener consecuencias letales.

Descongelar mal los alimentos o la falta de higiene son sin duda las acciones más peligrosas, pero tienen muy fácil solución.

Limpiar bien los alimentos y superficies, utilizar cuchillos y tablas distintas para cortar distintos alimentos (o limpiarlos entre un alimento y otro) y elegir alimentos frescos, sin golpes ni partes feas contribuyen a mejorar nuestra seguridad alimentaria, así como la descongelación gradual de los alimentos que implica pasar del congelador a la nevera y dar al alimento el tiempo que requiere para su descongelación.

Otro consejo útil es que no rompamos la cadena de frío en el caso que traslademos los alimentos de un sitio a otro, especialmente si llevamos la comida al trabajo.

¿Qué sucede si dejamos de tomar lactosa aunque no seamos intolerantes?

Eliminar alimentos de la dieta, ya sea por moda o porque a tu vecina no le sienta bien no implica que por eso vaya a mejorar tu salud.

Retirar la lactosa cuando no existe ni una alergia ni intolerancia puede producir a la larga una deficiencia de lactasa, que es la enzima que la digiere y eso nos llevará a que nuestro organismo se haga más vago en su producción.

¿Y si dejamos el gluten aunque no seamos celíacos ni intolerantes?

De la misma manera suprimir el consumo de gluten cuando no se sufre ninguna patología que así lo requiera para su mejoría, puede llegar a ser incluso perjudicial para la salud.

Hemos visto como famosos y deportistas de élite aclamaban las bondades de una dieta sin gluten (sin sufrir ninguna enfermedad o intolerancia), pero la realidad es que la eliminación del gluten puede aumentar el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y diabetes de tipo 2, según un estudio realizado por las universidades de Harvard y Columbia.

Si creemos que algo nos sienta mal, lo mejor es tratar de averiguar qué es y por qué y dejarnos asesorar por los profesionales de salud adecuados.

¿Cuáles son los mitos sobre la nutrición que aún persisten y que más te preocupan?

Desde eso de que «para adelgazar hay que dejar de comer» hasta aquello de que «la fruta engorda», hay cosas tremendas. No hay un alimento tan sano que tenga tanta mala fama como la fruta.

En general, cualquier mito es preocupante porque poco a poco va haciendo mella en nuestra salud si logra cambiar nuestros hábitos a peor.

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