Por qué ningún país optó por restringir los vuelos para contener la variante Delta: la opinión de los especialistas

SALUD Julia VOSCO
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Desde el comienzo de la pandemia, viajar se volvió una misión casi imposible. Por un lado, al principio, muchos países cerraron sus fronteras como medida de prevención para frenar la propagación del SARS-CoV-2 y, por el otro, quienes viajaban debían (y deben) pasar por un engorroso sistema de trámites, con papeles, pruebas PCR y aislamiento incluido. La Argentina, ante el aumento de casos por covid y el temor por la nueva variante Delta -mucho más contagiosa y resistente a algunas vacunas-, endureció las restricciones a los vuelos y redujo la cantidad de pasajeros que pueden ingresar al país. El cupo permitido es de 600 personas por día (antes entraban 2 mil), que deberán cumplir aislamiento obligatorio (a cargo del viajero) por diez días en lugares que determinen los gobiernos provinciales y de la Ciudad de Buenos Aires.

Muchos argentinos que viajaron por trabajo o turismo (algunos fueron a Estados Unidos a vacunarse), quedaron varados en esos países y esperan una “reprogramación” de sus vuelos para poder volver a entrar al país. Y a su regreso, en caso de verificarse el incumplimiento del aislamiento, se radicarán denuncias penales por violación a medidas contra epidemias y desobediencia a la autoridad pública, sancionadas con prisión de seis meses a dos años y de quince días a un año, respectivamente, además de las penas económicas que en algunos casos pueden llegar a 4 millones de pesos.

Sin embargo, muchos países que habían aplicado al principio el cierre de fronteras como una medida preventiva exitosa y funcional, lograron reducir muy poco la transmisibilidad del virus y el ingreso de nuevas variantes y eso quedó demostrado en las cifras de casos que seguían aumentando a pesar del escaso ingreso de turistas. Es que los viajeros deben someterse a al menos dos pruebas de PCR para poder salir y entrar a un país, con lo cual el riesgo de estar contagiado sin saberlo se reduce significativamente, pese a ser asintomático.

Al principio, y ante la falta de conocimiento científico respecto al virus, sin dudas fue una medida efectiva que acompañaba a un combo de otras de prevención de propagación y, consecuentemente, mayor transmisibilidad y surgimiento de variantes. A esta altura, en la que se comprobó que la vacunación es la herramienta esencial para frenar la pandemia, las restricciones de los vuelos abrió un debate en el país, generó malestar y es duramente cuestionada por muchos argentinos que viajaron o tenían planeado hacerlo, ya sea para vacunarse, visitar familiares o por cuestiones laborales.

Pero ¿qué dicen los infectólogos sobre estas recientes medidas del gobierno? ¿Las restricciones de los vuelos y del ingreso de argentinos/turistas al país podrán realmente frenar el avance de la variante Delta (B.1.617.2) que se extendió a más de 85 países y que es un 50% más contagiosa que la Alpha? ¿Junto a qué otras medidas debe esta decisión ir acompañada para ser realmente efectiva? La realidad es que ayer se informaron 576 muertes y 18.389 contagios en apenas 24 horas en la Argentina y el plan de vacunación se activó de manera rápida recién estos últimos meses.

Con Bienestar habló con varios especialistas que estudian el comportamiento del coronavirus en el país y en el mundo. El infectólogo José Marcó del Pont (M.N. 50056), jefe de Infectología del Hospital Italiano, le dijo a este medio que estas restricciones son una medida que va a tener “poco impacto y sí muchos inconvenientes”, ya que pensar que esta variante solo puede ingresar por Ezeiza es “poco comprobable y creíble”. Por su parte, Gerardo Laube (M.N. 51.819), infectólogo, pediatra y jefe de guardia del Hospital Muñiz, sostuvo: “Es una medida más que tiende a dificultar el ingreso potencial de la variante Delta. De todas maneras, no va a ser adecuada si básicamente no se establece la necesidad de control de cada individuo que ingrese al país, llámese aislamiento domiciliario o en hoteles. Si se cumplieran esas normativas de control estricto, con PCR en el momento del viaje y el control posterior del arribo con al menos siete días de aislamiento y PCR incluida, no debería entonces haber un límite de ingreso de turistas o argentinos al país”.

En ese sentido, argumentó: “Desde el punto de vista infectológico, así como se va a controlar a 600 personas que ingresarán por día al país, se puede entonces controlar a un número mayor, es decir, ampliarlo. Limitar el número no tiene sentido y se evitaría el malestar que se está generando en la población”.

El especialista advirtió además que, lamentablemente y sin una vacunación más rápida, va a haber un aumento de casos de covid y mortalidad por la enfermedad. “Esto ya lo dijo el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. La tercera ola es irrefrenable. Esto me hace acordar al famoso aplanamiento de la curva del año pasado que lo único que hizo fue prolongar el problema y tirar la pelota para adelante, que lo único que produjo es agobio social y cansancio extremo del personal de salud. Se estaba previendo que se podía frenar algo que, de hecho, no se pudo frenar. Entonces, si se va a hacer un control tan exhaustivo de ingreso al país en 600 personas diarias -con hoteles, etcétera-, tranquilamente se puede hacer para 2 mil, como estaba establecido e, incluso, se puede incrementar. En este contexto también se debería apelar a la conciencia social que no es fácil. Sin embargo, la penalización es una herramienta efectiva que está disponible y que puede aplicarse en quienes incumplen las medidas básicas de sanidad. Con esta restricción, no se cortará la inexorable entrada de la variante al país”, lanzó.

Por otra parte, el infectólogo Antonio Montero (M.P. 8.249) apoyó la medida del gobierno al afirmar: “La variante Delta es la responsable de un importante rebrote en Inglaterra, Moscú y Estados Unidos. Que la gente que vuelva al país tenga una PCR negativa, da un cierto margen de seguridad. No obstante, existen falsos negativos en aquellos que acaban de contagiarse. Que quienes ingresen al país estén vacunados tampoco ofrece demasiada garantía ya que las vacunas impiden que los inoculados enfermen gravemente por el SARS-CoV-2, pero no evitan los contagios”.

Por último, concluyó: “Es muy importante vacunar en el contexto de una campaña, hacer una vacunación masiva simultánea, para que las personas inoculadas e infectadas no sean capaces de trasmitir el virus. La medida del gobierno tiende a restringir la movilidad de las personas a través de fronteras con diversa prevalencia e incidencia de variantes del virus, con el objetivo de ganar tiempo para ir vacunando a mayor parte de la población. Creo que la medida puede acompañar en ese sentido”.

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