El método de running que reduce la sensación de esfuerzo y aumenta la resistencia

NOTICIAS DE INTERÉS Ivana ALFARO
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Si tomáramos una muestra de sangre de un gran atleta en el instante en el que bate un récord, hallaríamos el cóctel químico del 'peak performance' (máximo rendimiento) que incluye estos tres neurotransmisores: dopamina, noradrenalina y acelticolina, según asegura Pilar Amián, fundadora y creadora de Runfulness. Así, tal como explica, la dopamina se genera por la satisfacción y ayuda a fijar lo aprendido, la noradrenalina estimula el estado de máxima atención y la acetilcolina favorece el aprendizaje rápido y eficaz. El atleta se encontraría, por tanto, en la llamada «zona» o momento de máximo rendimiento. «Solo la práctica del deporte en estado de máxima conciencia (en modo consciente e intencionado), estando presente en cada detalle de su ejecución, derrama en el organismo este tsunami de neurotransmisores explosivos que elevan nuestro rendimiento al más alto nivel», revela Amián.

Esto es lo que defiende precisamente el llamado ' Runfulness o Método Walden para el Running' que, por un lado, desea hacer visible lo que damos por supuesto: ser conscientes de para qué corremos y cómo corremos, esto es, observar qué sucede dentro de nuestro cuerpo durante la carrera tanto a nivel físico como mental y emocional. El entrenamiento de running que propone Pilar Amián persigue sensaciones de eficiencia más que instrucciones de técnica y su máxima es conocer primero a la persona, sus motivaciones y sus debilidades para enfocarlas en beneficios de su rendimiento, de modo que esa persona pueda correr al ritmo en dictan y exigen sus emociones.

 Combinar el deporte y el mindfulness genera una serie de beneficios que van mucho más allá del resultado deportivo: se estimula la zona del aprendizaje y de la memoria (hipocampo) favoreciendo la creación, reparación y mantenimiento de las neuronas, así como incentivando la comunicación entre ellas; se estimula el crecimiento de la zona de toma de decisiones y de atención (córtex prefrontal); disminuye el estrés y mejora el estado de ánimo; se incrementan los vasos sanguíneos, permitiendo un mayor riego de nutrientes al cerebro (angiogénesis); aumenta los niveles de acetetilcolina, el neurotransmisor implicado en los circuitos de la memoria y de la recompensa; y, por último, dispara los niveles del factor de crecimiento BDNF, que promueve la supervivencia, el desarrollo y la función de las neuronas.

Pero entonces, ¿no se debe correr con música? La experta explica que sí, pero que los beneficios serán diferentes, pues se centrarán más en la salud y el estado anímico. Además, el hecho de que la variedad estimule la motivación hace que resulte interesante entrenar unos días con el método de Runfulness (concentración) y otros días, escuchando nuestra lista de reproducción musical favorita, la radio o incluso conversando con los amigos.

Si meditas y corres...
Se estimula el crecimiento del hipocampo
Se estimula el crecimiento del córtex prefrontal
Disminuye el estrés y mejora el estado de ánimo
Se produce angiogénesis
Se aumentan los niveles de acetilcolina
Dispara los niveles del factor de crecimiento BDNF
Tal como explica la autora, los primeros beneficios se sienten desde la primera práctica. «El mero acto de controlar de modo consciente la respiración aporta no solo eficiencia energética, sino también un estado de calma», afirma. Eso sí, aclara que para que esos cambios sean más intensos y se fijen en el tiempo es necesaria una práctica continuada de al menos 21 días.

La intensidad del cambio estructural es directamente proporcional a la cantidad de consciencia que se invierta en su desarrollo. Por tanto, si tradujéramos al lenguaje de sensaciones los beneficios anteriormente citados, diríamos que, en las distintas fases del Runfulness, se perciben en este orden:

1. En la primera etapa, la fase de respiración. Se aprende a beber, modular y focalizar el oxígeno, que es la clave de la eficiencia y la concentración en el running.

Beneficio: Se siente una mayor energía, disminuye la sensación de esfuerzo y se aumenta la capacidad pulmonar y de resistencia física.

2. En la segunda etapa, la fase de mindfulness se seduce a la mente para que esté presente y no boicotee nuestro movimiento (se toma conciencia del proceso de la respiración, de las sensaciones internas y del lenguaje corporal).

Beneficio: Se incrementa la capacidad de concentración y observación del estado físico y anímico. «Esto disminuye las lesiones y la ansiedad por el resultado», aclara.

3. En la tercera etapa, la fase de armonía, se sincronizan los pensamientos, sentimientos y pasos para que el running fluya como una danza.

Beneficio: Se alcanza el estado de coherencia interna. Esto es la consecuencia de que la mente, el corazón y el cuerpo sean arrastrados por un mismo deseo: correr.

4. En la cuarta etapa, la técnica Walden, se entrena la postura motivando a las neuronas motoras para que reproduzcan las sensaciones de potencia, ligereza y eficiencia.

Beneficios: El instinto busca la eficiencia y la mejora de la técnica deportiva sin estresar los músculos.

5. En la quinta etapa, la fase de las visualizaciones, se sumerge la mente en escenas motivadoras que empoderen los pasos para romper con los frenos mentales impuestos por nuestro entorno o por nuestras creencias.

Beneficio: Se rompen las amarras que nos limitan, desconectas de la realidad exterior y entras en una dimensión de sensaciones en la que, según la autora, cualquier proeza es posible.

El consejo de la autora, no obstante, es que aquellos que lo practiquen no se obsesionen con el resultado sino que disfruten de las pequeñas mejoras que se van sintiendo desde la primera carrera.

Fuente: abc.es

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