Trombos y embolias: lo que comes y cómo te mueves puede salvarte la vida

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Carola LEVI
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Vivimos inmersos en un temor continuo a las trombosis y embolias como efecto secundario a la vacunación contra el SARS-CoV-2 sin centrarnos en que además de haber causas mucho más probables y contrastadas, como la infección por el propio virus (entre un 10 y un 15% de los infectados), nuestro estilo de vida tiene mucho que decir al respecto. Entre ese gran porcentaje estuve yo mismo y gracias a la gran labor de mis compañeros del equipo del Hospital HM Sanchinarro pude esquivar esta grave enfermedad de la sangre con el 'poder' de la heparina. Los trombos causan 1 de cada 4 muertes en el mundo, llegando a más de 540.000 al año en la unión Europea y a 300.000 anuales en Estados Unidos. En el mundo occidental se llega a producir una muerte cada 37 segundos por un coágulo pulmonar o de miembros inferiores.

El propio coronavirus y sus consecuencias, que han cambiado nuestro estilo de vida, parecen haber agravado el problema, aumentando considerablemente los casos de personas que aparecen con dolor y/o inflamación en un pierna y que acuden a urgencias y padecen esta enfermedad de la sangre, desde antes que aparecieran las vacunas contra el covid.

Los trombos y las embolias se producen cuando se obstruye un vaso sanguíneo, bien en una arteria o vena, por un coágulo de sangre (trombo), si bien se denomina embolia cuando se escapa por el sistema circulatorio y viaja hacia otras zonas del organismo pudiendo provocar infartos de forma instantánea en los tejidos y órganos (embolia pulmonar, o los ictus cerebrales) a los que impida que llegue la sangre, pudiendo ser en ocasiones fatales.

 

Existen muchas causas que no podemos controlar (genéticas), sin embargo sí hay algo que podemos hacer para prevenir trombos y frenar el miedo que es nuestro cuidar estilo de vida y nuestra alimentación. Veamos con detalle estas cinco pautas básicas:

1. Obesidad y sobrepeso, señales de alarma
Reduce tu tejido adiposo, especialmente la grasa abdominal, ya que provoca un efecto proinflamatorio, debido a que las células grasas producen sustancias llamadas adipocitoquinas altamente inflamatorias. Cuando este estado se perpetúa en el tiempo puede predisponer a los trombos. Y aquí la grasa visceral, la que se acumula en nuestra zona del torso y el abdominal parece generar una situación favorable a los trombos, especialmente cuando existe síndrome metabólico. Las células grasas producen una sustancia llamada 'inhibidor del factor activador del plasminógeno' que impide que se 'disuelvan' los trombos y se regule la coagulación adecuadamente.

El síndrome metabólico se produce cuando confluyen la obesidad, aumento de la glucosa en sangre, alteraciones en el colesterol y triglicéridos, hígado graso e inflamación generalizada que conduce a un estado que predispone a las trombosis. La obesidad viene acompañada por tanto, de alteraciones de la coagulación , puede producir además agregación de nuestras plaquetas y predisponernos a la formación de trombos. Declaremos la guerra a la obesidad y al sobrepeso y luchemos contra él mediante la educación nutricional, el ejercicio físico y estableciendo una buena relación con la comida, huyendo de dietas milagro y pérdidas rápidas de peso que no se puedan mantener.

2. Vigila tu homocisteína
La homocisteína es un marcador de salud que cada vez está cobrando más importancia en la prevención cardiovascular. Si tienes tus niveles elevados de esta molécula, puedes estar en riesgo cardiovascular y de trombos. Es frecuente encontrar pacientes con niveles elevados sobre todo después de este año de pandemia posiblemente debido al aumento de peso, sedentarismo, malos hábitos, pero sobre todo por el desequilibrio alimentario: una mala alimentación es la principal causa de aumento de este marcador biológico. Lo ideal para prevenir accidentes cerebrovasculares es tenerla por debajo de 9-10 umol/l, lo cual se puede ver en un análisis de sangre.

Para regular el ciclo de la homocisteína y evitar que esta se acumule en la sangre poniéndonos en riesgo se necesitan sobre todo tres vitaminas: el ácido fólico, la B12 y la B6. Llevando una dieta mediterránea variada y equilibrada y con una microbiota intestinal sana no deberíamos tener que suplementarlas pero en ocasiones es necesario para poder regular la homocisteína cuando está muy elevada o el paciente tiene otros factores de riesgo. ¿Qué alimentos contienen estas vitaminas?

Acido fólico: se encuentra en las verduras y hortalizas como acelgas, espinacas, grelos, remolacha, coles, canónigos y guisantes. Entre las legumbres destacan los garbanzos y entre las frutas aunque en menor contenido naranjas, melón y plátanos también contienen ácido fólico. Frutos secos como almendras o avellanas también son una fuente importante. Hay que tener en cuenta que con la cocción se puede perder más de la mitad de esta vitamina, llegando a una pérdida de hasta un 90% en la fritura o al cocinar al vapor. Por eso conviene incluir sobre todo verduras de hoja verde en ensalada como las espinacas de forma habitual para evitar estas pérdidas por calor.

Vitamina B6: Destacan pescados azules como el salmón, el atún y las sardinas. Las legumbres, aliadas de la salud una vez más: lentejas, alubias, habas, garbanzos, soja, cacahuetes y altramuces son buenas fuentes de esta vitamina. También el plátano y las nueces aparecen en la lista de alimentos ricos en vitamina B6.

Vitamina B12. Sobre todo se encuentra en alimentos de origen animal como huevos, carnes, pescados y en menor medida en leche y derivados.Es por ello que en el caso de personas veganas es necesario vigilar de cerca esta vitamina y suplementarla convenientemente.

También interviene ayudando a regular la homocisteína la betaína, presente en alimentos como los mejillones, la remolacha, la quinoa o la batata. El zinc es un mineral que también es necesario para que correcto funcionamiento de las enzimas que regulan la homocisteína y esta presente en mejillones, huevos, arroz integral, semillas de calabaza y carne de pollo y cerdo.

Por último debemos recordar que el exceso de consumo de proteínas de origen animal, (que contienen la principal fuente de homocisteína que es la metionina) es un factor dietético que puede ser clave en el acúmulo en la sangre de esta sustancia, cosa que no sucede tanto con las proteínas de origen vegetal como las que contienen las legumbres.

3. Equilibrio entre Omega 3 y Omega 6
Existe actualmente un desequilibrio en nuestra alimentación a favor de los ácidos grasos omega 6 presentes sobre todo en aceites vegetales como el de girasol, soja ,maíz , cacahuete frente a los omega 3 de origen marino (pescados, mariscos y algas) y también de las nueces. Una dieta rica en omega 6 y baja en omega 3 puede provocar inflamación y formación de trombos.

4. Ejercicio físico y vida activa
El teletrabajo, los confinamientos, y en definitiva el sedentario han aumentado el riesgo de sufrir trombos. Tan importante es una alimentación saludable y equilibrada como llevar una vida activa y realizar una actividad física moderada. Lo mínimo es hacer ejercicio 4 días por semana al menos 45 minutos, intentando en los días de descanso llevar a cabo un descanso activo caminando o haciendo alguna actividad más ligera. Cuando hacemos ejercicio favorecemos la circulación y el retorno venoso, evitando que la sangre circule lenta y reduciendo el riesgo de formación de trombos.

5. Olvidar los hábitos tóxicos
Es hora de abandonar para siempre el tabaquismo. El fumador si que tiene un riesgo muy elevado de padecer trombosis, porque provoca la formación de coágulos de sangre que pueden causar la muerte. El abuso del alcohol por otro lado también esta relacionado con la trombosis venosa profunda, que se produce sobre todo en venas del tren inferior (piernas), por cierto bastante frecuente en este último año.

Demos gracias a la ciencia recibiendo las vacunas que nos están haciendo por fin ver la luz al final del túnel de esta pandemia, pero no olvidemos que nuestra sociedad sufre otra pandemia crónica y cada vez mas grave de enfermedades cardiovasculares que podemos evitar día a día tomando las decisiones adecuadas entre las que está nuestra alimentación, nuestro estilo de vida y el cuidado de nuestro mejor compañero de vida: nuestro cuerpo.

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