Los adolescentes que padecieron bullying tienen más probabilidades de tener pensamientos violentos

SER PADRES Camila MARTINEZ
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El acoso y otras formas de agresión pueden afectar gravemente a una persona. Un nuevo estudio de la Universidad de Cambridge encontró que las personas que lo sufrieron cuando eran adolescentes o adultos jóvenes tienden a tener pensamientos violentos o fantasías de herir o matar a alguien.

El informe, titulado “La asociación de la polivictimización con las ideas violentas en la adolescencia tardía y la adultez temprana: un estudio longitudinal”, fue publicado en la revista Aggressive Behavior.

Los investigadores siguieron y analizaron los pensamientos y experiencias autoinformados de 1.465 adolescentes de escuelas en Zúrich, Suiza, de 15, 17 y 20 años. El trabajo consistió en registrar si los participantes tuvieron pensamientos violentos durante los últimos 30 días, previos al estudio, y qué tipos de acoso y agresión experimentaron durante el año pasado. En esta investigación, la intimidación se define como “interpersonal, intencionalmente perjudicial”. Para los científicos, los pensamientos violentos son peores entre las víctimas de acoso escolar.

Psych News Daily informó que les preguntaron a los participantes sobre sus experiencias, teniendo en cuenta un listado que se les presentó de 23 formas de convertirse en víctimas de acoso escolar, que incluyeron burlas, agresión física y acoso sexual por parte de amigos.

Los participantes compartieron sus vivencias sobre la crianza agresiva, como abofetear y gritar, y también sobre la violencia en el noviazgo, como, por ejemplo, haber sido presionados para tener relaciones sexuales. La mayoría de ellos informó haber sido víctima de al menos una de las diferentes formas de acoso escolar. Sin embargo, los investigadores dijeron que aquellos que experimentaron una amplia variedad de malos tratos tenían una mayor probabilidad de fantasear con humillar, atacar y matar a otras personas. El estudio también encontró que estos niños eran más propensos a tener pensamientos violentos. Pero notaron que ambos sexos tienen fantasías agresivas provocadas por múltiples victimizaciones.

El estudio destaca datos que informan sobre cómo la probabilidad de que las víctimas de acoso tuvieran pensamientos agresivos aumentó en un 8% con cada tipo adicional de maltrato. Así, el 56% de los niños de 17 años que experimentaron victimización en el último año, informó haber tenido fantasías violentas. Mientras tanto, el 85% de los adolescentes que vivieron cinco formas de acoso y agresión informaron haber tenido fantasías violentas en el último mes. Por último, el 97% de los que experimentaron diez formas de victimización dijeron tener fantasías violentas de lastimar a otros.

Manuel Eisner, director del Centro de Investigación de la Violencia de la Universidad de Cambridge, dijo que una forma de pensar en las fantasías es la forma del cerebro de ensayar escenarios futuros. “Podría ser un mecanismo psicológico para ayudarlos a prepararse para la violencia que se avecina. Estas fantasías de devolver el golpe a los demás pueden tener raíces profundas en la historia de la humanidad, de una época en que las sociedades eran mucho más violentas y la retribución, o la amenaza de la misma, era una forma importante de protección”, explicó el especialista.

No obstante, los investigadores aclararon que su estudio no examinó si los pensamientos violentos causados por la victimización podrían conducir a un comportamiento agresivo. Sobre eso, Eisner aseveró en diálogo con The Science Times que estudiar los mecanismos detrás de las fantasías violentas, especialmente a una edad temprana, puede ayudar a las intervenciones específicas para detener esos pensamientos.

Con Bienestar habló sobre el bullying con la psicóloga Mirta Itlman (M.N. 14.208), miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) y especialista en niños y adolescentes, que explicó: “El bullying es un problema de salud mental a nivel global y es lo que más preocupa a los niños y jóvenes entre 9 y 16 años. El hostigador trata de infundir miedo en la otra persona y es difícil de manejarlo para quien lo sufre porque generalmente se da entre conocidos, amigos y compañeros de clase. Esto los lleva a perder la confianza entre ellos mismos y en el grupo. Los que reciben esta ofensa suelen ser los chicos más vulnerables psicológicamente, es decir, los que no pueden comprender cabalmente sus sentimientos y pensamientos o los que están más aislados del grupo”.

En esa misma línea, la especialista agregó: “Las víctimas sienten que se merecen el castigo porque vienen escuchando `sos tonto´, `sos tarado´, etcétera. Esto que escuchan lo hacen propio y se forman esa misma imagen de sí mismos. En la clínica, observamos inseguridad, somatizaciones, depresión, pobre salud física, autolesiones, ideaciones suicidas, colocándose muchas veces en situación de riesgo”.

Por qué el maltrato y el bullying desemboca en conductas más agresivas
Itlman aseveró que en las víctimas surgen sentimientos de venganza por la herida infligida. “Hacen activo lo que vivieron pasivamente. Estos niños y jóvenes extrapolan sus experiencias de maltrato a otras situaciones. Se tornan hipervigilantes, alertas a un ruido, a un gesto, que viven como amenazantes en situaciones que quizás no lo son. De esta manera, reaccionan sobresaltadamente y de manera agresiva como forma de defenderse. Dado que desconfían de las relaciones, se genera un círculo vicioso donde pierden el sostén grupal y social para un desarrollo sano, dejándolos desamparados y solos, muchas veces estigmatizados”, explicó.

Cómo ayudar a estos niños o jóvenes
Al respecto, Itlman afirmó: “Ellos tienen derecho a estar informados sobre qué es el bullying y el maltrato para poder detectar aquellas relaciones que provocan daño y sufrimiento y los ponen en riesgo en su integridad física y psicológica. Debemos escucharlos, creer en sus relatos y ayudarlos a que identifiquen sus emociones, a reflexionar lo que sienten y piensan”.

Por último, concluyó que los daños producidos en estos niños o jóvenes “son producto de una mala relación social” y “es en la construcción de mejores lazos donde se resuelve”.

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