Por qué puedes sufrir fascitis plantar aunque no hagas ejercicio

Las molestias derivadas de la fascitis plantar pueden afectar a todo tipo de personas. Te contamos los motivos.

NOTICIAS DE INTERÉS Julia VOSCO
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En la gran mayoría de nuestros movimientos, el punto de apoyo donde todo comienza es el pie. Hablamos de una parte del cuerpo humano que tiene 26 huesos, 33 articulaciones y más de 100 músculos, ligamentos y tendones hechos de tejidos fibrosos fuertes para mantener juntas todas las partes móviles. Es una maravilla de la naturaleza, si se puede expresar así. La fascia plantar es una banda gruesa de tejido que recorre el arco del pie, desde los dedos hasta el talón. El término fascitis plantar hace referencia a la inflamación de dicha fascia, en los casos más leves, o al micro desgarro en los más graves. Aunque es una patología asociada con el deporte, especialmente el de impacto repetitivo como puede ser correr, recientes estudios estiman que una de cada diez personas puede verse afectada por ella. Vamos a ver los motivos por lo que esto ocurre y qué remedios se le pueden poner.

¿Por qué no es un mal exclusivo de deportistas?

Nuestro pie está preparado para «casi todo». Es posible que hayas escuchado lo sano que es caminar sin calzado o intentar evitar el calzado con mucha amortiguación. Es real que nuestros ancestros caminaban descalzos recolectando, cazando o desplazándose de un lugar a otro; pero no es menos cierto que lo hacían desde niños hasta el final de sus días. No trabajaban horas y más horas delante de un ordenador, salían de compras calzados con unas zapatillas cómodas y amortiguadas y, de golpe y porrazo, pasaban a ir descalzos o con un calzado prácticamente sin suela ni curvatura, como pueden ser unas chanclas veraniegas. Somos de extremos. Si la musculatura de tu pie no está trabajada y acostumbrada a determinadas fuerzas y torsiones, no hace falta que corras una maratón para que empieces a sentir molestias. Y es un círculo vicioso, porque es posible que tus molestias sean menores con un calzado muy mullido, esto alivia el dolor pero no soluciona el problema. Otro factor clave es el sobrepeso. Tampoco se tiene constancia de que el hombre prehistórico sufriera de obesidad, más bien al contrario, así que todos tus kilos de más son un esfuerzo extra para la planta de tus pies.

Para evitar estos problemas es interesante que trabajes la musculatura intrínseca del pie y aumentar el rango de movilidad de la articulación metatarsofalángica, que es la unión que se establece en cada pie, entre la base de las 5 falanges proximales y la cabeza de los 5 metatarsos. Tengamos en cuenta que es una articulación que sufre gran presión ya estemos corriendo, saltando o haciendo un entrenamiento con peso como sentadillas, o movimientos compuestos como los de halterofilia. Al final en todos estos ejercicios hay empujes y torsiones que parten de tus pies. Es un error pensar en la fascia como un elemento aislado, cualquier debilidad en alguna parte de tu cadena cinética repercutirá en tus pies, si son ellos los que están compensando dicha debilidad. Es muy probable que si empiezas a hacer ejercicio, o te das una buena caminata, teniendo cierto sobrepeso y llevando mucho tiempo con una vida sedentaria, tus pies «protestarán» con signos evidentes de dolor.

¿Cómo tratar una fascitis plantar?

Descanso. Lo más evidente pero no siempre posible, sobre todo porque un descanso absoluto de la fascia plantar implicaría no ponernos en pie. Evitar correr, saltar y sustituir el ejercicio habitual por nadar en una piscina o montar en bici pueden ser una alternativa, ya que reducen la presión sobre la fascia.

Estirar. También es una medida evidente, pero estos estiramientos no deben reducirse a la planta del pie, también es recomendable estirar tobillos y gemelos.

Vendajes. Si tu caso no mejora, consulta a un podólogo para que valore si es conveniente aplicar un vendaje funcional en tu pie. Puede ser de gran alivio y requiere de cierto conocimiento y maña hacerlo bien. Ojo a los autodidactas que ven un vídeo y se lanzan, ya que puede ser peor el remedio que la enfermedad.

Hielo. Al igual que otras inflamaciones, el hielo puede ayudar a atenuarla y aliviar el dolor de la fascia. Este remedio, si bien es efectivo a corto plazo, no debe considerarse como una solución permanente.

Plantillas. Acude al podólogo para que valore si la anatomía de tu pie es la que ocasiona el dolor y te diga si necesitas una plantilla a medida. Son caras, pero pueden cambiarte literalmente la vida si no paras de sufrir dolores en tus pies.

Férulas nocturnas. A la venta en ortopedias y muchas farmacias, son botas semirrígidas para mantener el pie flexionado durante la noche y evitar que se apriete de manera inconsciente mientras dormimos. Sería algo así como la férula contra el bruxismo, pero para nuestros pies.

Entrenamiento de fuerza. Si te resulta extraña esta recomendación, ten en cuenta que ejercicios como la cargada tienen una combinación mágica de apoyo estático y dinámico en tus pies que les hará poco a poco más fuertes.

Normalmente con estos remedios no invasivos será suficiente. Si con ellos no remiten las molestias, puede que sea el momento de considerar otras opciones, desde inyecciones de corticoides hasta cirugía. Ponte en manos de buenos especialistas. Muchas veces no prestamos suficiente atención a los pies porque no estamos considerando todo su potencial, pero ten siempre en mente que son nuestra conexión con el suelo y eso, mientras exista la gravedad, influye en una enorme cantidad de movimientos diarios. No solo inviertas en calzado bonito, una revisión anual con un podólogo es una excelente idea. Que la fuerza te acompañe.

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