Aprender a comprar: el primer paso para comer saludable

Desde el momento que hacemos la lista de la compra estamos plantando las bases de la dieta que seguiremos durante varios días

POR UNA VIDA MÁS SALUDABLE Carola LEVI
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El comer saludable empieza desde el momento en el que preparamos nuestra lista de la compra. Mientras paseamos por los pasillos del supermercado estamos decidiendo cuáles serán nuestros alimentos durante los próximos días y, por mucho que queramos comer bien, si no compramos productos saludables, se hace una tarea imposible.

Uno de los problemas que encontramos es las rutinas que tenemos, que nos abocan a pensar poco en nuestras comidas, y optar por alimentos precocinados y muy procesados. Por ello, es fácil, al mirar un carrito de la compra, ver más alimentos procesados que frescos, aunque son estos últimos lo que realmente conforman una alimentación saludable.

La clave para empezar a comer bien es comprar bien, y para ello es muy importante saber 'leer' correctamente las etiquetas de los productos que nos vamos a llevar a casa. «Lo normal es que apenas le dediquemos tiempo a fijarnos en lo que realmente estamos comprando», asegura Pilar Puértolas, nutricionista del Grupo Virtus. Entonces, es importante aprender a reconocer qué quiere decir la información que nos da el etiquetado. La lista de ingredientes es lo primero en lo que se debe uno fijar. «Estos se colocan en sentido decreciente en función de la cantidad presente en el producto. Por ejemplo, si en el 'polvo con sabor a chocolate' el primer ingrediente que aparece es el azúcar, significa que este producto contiene más azúcar que cacao», indica la experta en nutrición.

Qué dice la información nutricional
Asimismo, otro elemento muy importante es la tabla de información nutricional ya que nos ofrece información sobre el valor energético del alimento y determinados nutrientes como son las grasas, hidratos de carbono, azúcar, proteína y sal. «Lo que debemos tener en cuenta es que lo que hace saludable a un alimento no es un nutriente en concreto, sino el conjunto de ellos. Por ejemplo, aunque en el envase ponga 'rico en fibra', si el producto tiene un alto contenido en grasas saturadas y sal no es saludable», explica Puértolas.

Más allá de mirar bien las etiquetas, la clave para comprar bien es decantarnos en su mayoría por alimentos frescos y además, que sean productos de temporada y proximidad. «Hay que comprar materias primas, aquello que nos permite elaborar platos», comenta la nutricionista. Se refiere a alimentos como verduras, frutas, cebolla, ajo, cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas, huevos, pescado, carne, lácteos o aceite de oliva virgen extra. Asimismo, es importante limitar todo lo posible el consumo de alimentos ultraprocesados con harinas refinadas, grasas transformadas industrialmente, alto contenido en azúcares y sal.

NutriScore, una realidad
Con el fin de facilitar la comprensión de la información de las etiquetas, durante el primer cuatrimestre de este año se va a implantar en España el sistema NutriScore. Esto es un logotipo que utiliza un algoritmo que valora las aportaciones nutricionales positivas y negativas por cada 100g de alimento y se le asigna un color y una letra dependiendo del resultado. Así, desde la 'A' a la 'E', se dividen los alimentos en grupos de más a menos saludables.

Este algoritmo y su implantación no están exentos de polémica, pues son muchos los nutricionistas y expertos de alimentación que señalan que presenta varias fallas. «El sistema no tiene en cuenta los aditivos, pesticidas o grado de transformación del alimento», explica Pilar Puértolas. Continúa y comenta que incluir los aditivos sería un proceso muy complejo por la diversidad de estudios existentes con resultados diferentes. Asimismo, dice que otro de los problemas es que la clasificación no diferencia alimentos integrales de alimentos refinados. «En los cereales azucarados para niños también se han encontrado algunas incongruencias como que estos obtienen clasificación C, es decir, ni bueno ni malo, y sin embargo, sabemos que no son saludables», recuerda. Aun así, la nutricionista opina que, aunque está claro que NutriScore no es perfecto, este está sometido a constantes estudios y se intentan realizar cambios para solventar sus limitaciones.

Cómo puede ser útil NutriScore
Una de las maneras en las que puede resultar más útil NutriScore es para poder comparar productos de la misma categoría. «Por ejemplo, no tiene sentido utilizar NutriScore para comparar entre una pizza y tomate frito, ya que tienen usos diferentes. Sería útil el 'semáforo' si comparamos entre diferentes marcas de tomate frito o diferentes salsas y nos ayuda a elegir la opción de mejor calidad nutricional», dice la nutricionista. También, habla de su utilidad para comparar alimentos en categorías diferentes pero consumidos en las mismas circunstancias: por ejemplo para elegir un alimento para el desayuno podríamos comparar entre pan de molde, cereales o galletas.

«Gracias a NutriScore se conseguirá que aquellas personas que consumen alimentos procesados mejoren algo la calidad nutricional de la cesta de su compra ya que cuando vean el color rojo del semáforo probablemente se lo piensen», apunta Pilar Puértolas, que añade para terminar que de nada sirve NutriScore si se sigue eligiendo galletas en lugar de fruta. «La implantación de este logotipo tendría que estar apoyado por otras campañas que dejen claro que los alimentos naturales y frescos son los realmente saludables», concluye.

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