Los cinco grandes enigmas del coronavirus aún por resolver

La comunidad científica publicó 350.000 estudios sobre el covid-19, pero siguen sin aclararse incógnitas como el origen del patógeno o su imprevisible letalidad.

SALUD Julia VOSCO
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La ciencia jamás había investigado nada con la misma intensidad que el nuevo coronavirus. La comunidad científica publicó casi 350.000 estudios sobre el patógeno, según la empresa británica Digital Science. Sin embargo, todavía quedan importantísimas preguntas por resolver tras un año de pandemia. Media docena de expertos habla sobre cinco de los principales enigmas.

¿Cómo llegó el coronavirus a los humanos?
Todavía no se sabe cómo llegó el nuevo coronavirus al mercado de animales vivos de Wuhan. El científico danés Peter Ben Embarek, jefe de la misión de la Organización Mundial de la Salud enviada a China para investigar el origen de la pandemia, afirmó el 9 de febrero que es “extremadamente improbable” que el virus saliera de un laboratorio.

Este comité de expertos trabaja con la hipótesis principal de que el coronavirus se originó en los murciélagos y pasó a los humanos a través de una especie animal intermedia, quizás alguna de las que se hacinan en las granjas peleteras chinas. Otros investigadores, como el virólogo francés Etienne Decroly, son más escépticos. “Siguen siendo posibles varias hipótesis —zoonosis, accidente de laboratorio, etcétera— y deben investigarse a fondo”, opina el experto de la Universidad de Aix-Marsella.

Decroly es uno de los 26 firmantes de una carta abierta remitida a periódicos de todo el mundo, entre ellos El País, para exigir “una investigación forense internacional completa y sin restricciones” sobre el origen del virus. Los autores recuerdan la opacidad de la dictadura china y piden considerar “todos los escenarios posibles”, incluyendo la hipotética infección de un trabajador de un laboratorio al manipular muestras de animales.

El Instituto de Virología de Wuhan está a 14 kilómetros del mercado señalado como foco inicial, pero no hay ninguna prueba de que el virus saliera de esta institución científica. El médico argentino Fernando Polack, líder de dos de los ensayos más importantes de la vacuna de Pfizer, pide medidas para reducir el riesgo de futuras pandemias. “¿Cómo va a regular el mundo la situación sanitaria de los mercados de alimentos animales que representan un riesgo latente para la repetición de estos eventos?”, se pregunta.

¿Cuánto tiempo durará la protección de las vacunas?
La mejor noticia de la pandemia es que las vacunas evitan prácticamente el 100% de los casos graves de covid, pero todavía quedan muchas incógnitas, como explica la viróloga Isabel Sola. “No sabemos todavía cuánto tiempo durará la inmunidad, tanto la natural [producida tras superar el covid] como la inducida por las vacunas. Tampoco sabemos lo potente que es esa inmunidad y si protege completamente de la infección o solo de la enfermedad”, afirma Sola, codirectora de una vacuna experimental contra el covid en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), en Madrid.

Si las inyecciones actuales no impiden las infecciones asintomáticas, los vacunados deberían seguir llevando tapabocas en presencia de personas no vacunadas, para evitar posibles contagios. Hay multitud de estudios en marcha para investigar este aspecto y algunos resultados preliminares ya apuntan a que las vacunas también impedirán una gran parte de las infecciones silenciosas.

Isabel Sola señala tres posibles escenarios, en función de la respuesta inmune humana: que sea suficiente con las vacunas ya disponibles, que haya que vacunarse cada año o que sea necesario desarrollar nuevas vacunas que impidan las infecciones asintomáticas, además de evitar los casos graves de covid.

¿Las variantes del virus empeorarán la pandemia?
El coronavirus no para de mutar. El crecimiento fuera de control de la pandemia ha facilitado la aparición de nuevas versiones del virus que escapan parcialmente de las defensas humanas —como las variantes detectadas en Sudáfrica y Brasil— o que incluso son más letales, como la observada por primera vez en Reino Unido y ya presente en un centenar de países. La patóloga española Elisabet Pujadas subraya que una de las principales incógnitas sobre la mesa es la efectividad que tendrán las vacunas ante estas variantes emergentes. Pujadas, investigadora de la Escuela Icahn de Medicina del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, cree “muy posible” que sea necesario rediseñar periódicamente las vacunas, como ya se hace con las de la gripe.

¿Por qué unos infectados se mueren y otros ni se enteran?
El virus mató a cerca del 1% de los infectados en España fuera de las residencias de ancianos, según un estudio del Centro Nacional de Epidemiología con datos de la primera ola. La letalidad del coronavirus en los hombres mayores de 80 años alcanzó el 12%, más del doble que en las mujeres.

Otra de las grandes preguntas sin respuesta, a juicio de la viróloga Isabel Sola, es por qué el virus mata a algunas personas y otras ni se enteran de que están infectadas. La patóloga Elisabet Pujadas coincide: “En los casos más graves vemos respuestas inmunológicas exageradas e hipercoagulabilidad [un mayor riesgo de coágulos en la sangre]. Necesitamos entender lo que está pasando a nivel molecular para desarrollar tratamientos más efectivos y personalizados”.

El médico venezolano Alberto Paniz Mondolfi incide en otro enigma: un porcentaje muy minoritario de niños infectados —el 0,02% de los casos registrados en menores de 18 años en España— ha sufrido una extraña enfermedad grave asociada al coronavirus y conocida como síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico o MIS-C. “Descifrar los determinantes causales de esta condición es una de las deudas más importantes que tenemos en el estudio del COVID-19”, opina Paniz Mondolfi, también del Hospital Monte Sinaí de Nueva York. El síndrome ha afectado a más de 2.600 niños en EE UU, el 66% de ellos hispanos o negros, y ha matado a 33, según las autoridades sanitarias estadounidenses.

¿Cómo será el futuro tras la pandemia?
Esta es una de las incógnitas más importantes. El médico Alberto Paniz Mondolfi recuerda que otros cuatro tipos de coronavirus, ahora vinculados al resfriado común en la temporada invernal, también saltaron de los animales a los humanos en el pasado. “Es posible que en el futuro el covid sea una infección de ocurrencia habitual, con posibles brotes probablemente asociados a las estaciones”, reflexiona el investigador venezolano.

Paniz Mondolfi pone el ejemplo de la última gran pandemia del siglo XIX, la llamada gripe rusa de los años 1889 y 1890. El equipo del virólogo belga Marc Van Ranst sugirió en 2005 que el culpable de aquella pandemia no fue un virus de la gripe, sino un coronavirus, el OC43, hoy básicamente inofensivo. “De ser así, este es un claro ejemplo del camino que pudiera estar transitando el SARS-CoV-2: de protagonista de una pandemia a futuro actor de reparto en temporadas de gripe. Solo el tiempo lo dirá”, apunta Paniz Mondolfi.

La directora del Centro Nacional de Epidemiología, Marina Pollán, encadena preguntas sobre la futura normalidad: “¿Los barbijos serán habituales? ¿Cómo influirá el despliegue de las teleconsultas en nuestra psicología y nuestra interacción social? ¿La idea del otro como posible transmisor de infección cambiará la forma de relacionarnos?”.

La epidemióloga espera que la sociedad sea capaz de aprender algunas lecciones de esta pandemia, como la necesidad de mejorar el cuidado de las personas mayores y de reforzar el sistema sanitario y la investigación científica.

“Somos seres inteligentes, una experiencia así nos debería ayudar a reconocer puntos débiles en nuestra forma de organizarnos y mejorarlos”, opina Pollán. Elisabet Pujadas añade otra incógnita: la atención que necesitarán los pacientes con secuelas crónicas del covid.

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