Cómo ganarle al hambre emocional

Su control es importante para una buena salud física y mental. Consejos para manejar nuestro apetito.

ALIMENTACIÓN Y SALUD Julia VOSCO
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Si sólo atendiéramos al hambre fisiológico, comeríamos muy pocas veces al día. Los nutricionistas coinciden en que las elecciones de la comida no son siempre racionales, sino que existe un fuerte vínculo entre las emociones y la alimentación.

“El hambre emocional se produce cuando comemos como una respuesta a la ansiedad, la depresión, la ira y la soledad. Aunque también comemos sin ganas reales en situaciones alegres o de festejo, como en eventos, cumpleaños o festividades”, explica la licenciada en Nutrición Cecilia Martinelli (M.N. 3.447) a Con Bienestar.

Es fundamental que comprendamos que la alimentación puede aparentar ser una solución temporal para manejar las emociones, sin embargo, las consecuencias a largo plazo pueden ser perjudiciales. Los cientificos explican el comer emocional como un concepto que deriva de la teoría psicosomática proveniente del psicoanálisis. Ésta define a aquellas personas que presentan como mecanismo disfuncional el regular sus emociones negativas a partir de la ingesta de alimentos.

En otras palabras, tiene que ver con el instinto primitivo de buscar placer para evitar el dolor que podemos padecer en todos los aspectos de la vida.

“Los alimentos procesados, llenos de azúcar y grasas son reforzadores muy deseados que provocan fácilmente una alimentación gratificante o ‘hedonista’. Pero su ingesta va en contra de una alimentación equilibrada y un peso saludable si no sabemos controlarlos ni consumirlos en su justa medida”, puntualiza la experta.

Cómo diferenciar si hay hambre o ansiedad por comer
Algunas preguntas que se pueden plantear para aclarar el origen sobre las ganas de comer, pueden ser las siguientes:

¿Están organizados los horarios de las comidas?
¿Se siente hambre real? ¿Proviene del estómago?
¿Cuándo fue la última ingesta?
¿Se reconoce la sensación de saciedad?
¿Qué cantidad de alimento se está sirviendo en el plato?
¿Se continúa comiendo sin lograr poner un freno?
Al finalizar de comer, ¿hay sentimiento de culpa, malestar o de arrepentimiento por haber consumido más de lo debido?

Dentro de los recursos que pueden ayudar a controlar el hambre emocional se encuentra el “Mindful Eating”. Se trata de una estrategia que permite tomar conciencia de las sensaciones físicas y emocionales que aparecen durante el acto de alimentarse. “Tiene por objetivo tratar de reducir los patrones de conducta indeseados al comer y buscar un equilibrio alimentario permanente”, expone Martinelli.

Algunas recomendaciones para calmar el hambre emocional para poner en práctica son:

Planificar qué se va a comer y servir la porción justa en el plato.
Comer despacio y con calma.
Masticar bien e ingerir pequeños bocados mientras se toma conciencia de la textura, temperatura, consistencia y sabores.
Evitar las distracciones mientras se come, tales como mirar la televisión, trabajar en la computadora o mirar el celular.
Crear un ambiente en el que los estímulos para comer estén controlados. Esto incluye no dejar cerca los alimentos tentadores y ubicarlos en lugares de difícil acceso.
Detenerse durante la comida y preguntarse si todavía se siente hambre. No hace falta terminar el plato.

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