Coronavirus: qué hábitos adoptarán como “normales” los chicos que se crían en pandemia

Los nacidos poco antes de que arrancara la crisis sanitaria o los que llegaron a este mundo con ella ya tienen costumbres que nosotros tuvimos que incorporar.

SALUD Julia VOSCO
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Con la pandemia, tuvimos que hacer la gran “recalculando” e incorporar muchos hábitos a nuestra vida diaria, mientras que a otras costumbres tuvimos que reforzarlas. Pero eso no es igual para los más pequeños, para ellos todos esos comportamientos son “normales”.

Limpiar las llaves, higienizar todo lo que entra en casa, sacarnos los zapatos en la puerta, lavarnos las manos cada vez que tocamos algo afuera, usar barbijo, ventilar los ambientes constantemente, mantener una distancia de dos metros y hasta alegrarnos cuando encontramos un dispensador de alcohol en gel. Todas estas son acciones a las que no estábamos acostumbrados prepandemia.

Los nacidos entre 2017 y 2021 son chicos que, como máximo, tienen 4 años. La pandemia fue para ellos, al menos, la mitad de su vida consciente. Es decir, que los dispensadores de gel, el control de temperatura al entrar a ciertos establecimientos y el higienizarse las manos previo a ingresar a un negocio son de lo más habitual. Se están criando con estas costumbres.

Pasa lo mismo que cuando llegó el smartphone. ¿A quién no le pasó que un nene de 2 años le desbloqueara el celular y le hiciera más de un desastre? Con los hábitos pandémicos va a ser lo mismo.

“Los chicos adoptaron estas costumbres y los papás deberíamos empoderarlos. No hay que ordenarles ni obligarlos a ponerse alcohol en gel o lavarse las manos, sino explicarles para que ellos puedan manejar la situación que estamos viviendo. Enseñarles el porqué de todo y darles herramientas para que ellos sepan por qué se utilizan las cosas y por qué se hacen. Y, en el caso de los más chicos con los que aún no se puede dialogar tanto, predicar con el ejemplo, puesto que nos imitan”, aconseja a Con Bienestar Bárbara Broese (M.N: 130.018), directora de Epidemiología de la Municipalidad de San Isidro

En la crisis, siempre surge la oportunidad, por lo que se puede aprovechar esta situación que estamos viviendo para inculcarles buenos hábitos que van a perdurar más allá de la pandemia como son: lavarse las manos, usar alcohol en gel, toser o estornudar en el pliegue del codo o el empleo de la tecnología de manera apropiada.

Para la infectóloga Angela Gentile, integrante del Comité de Infectología de la SAP y jefa del Departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez (M.N. 49.908), lo que esos chicos van a adquirir son mejores hábitos de limpieza, en el sentido de todo lo que es higiene. “Van a incorporar todo lo que implican las medidas de barreras para las precauciones de contagio. Eso es muy importante, porque el COVID-19 es un virus que se transmite una parte por contacto y otra parte por gotas respiratorias”.

También van a aprender a usar un barbijo como precaución. Van a ver en la escuela, cuando empiecen, a los docentes con tapabocas y también con un distanciamiento marcado.

“Si bien uno piensa que esta pandemia va a pasar, vemos que las epidemias son cada vez más seguidas. Entonces, son hábitos que deben quedar a lo largo del tiempo. Los chicos nos enseñan muchas cosas a los adultos. Muchas veces, son ellos los que nos recuerdan que tenemos que ponernos el barbijo antes de salir. Son muy responsables, por eso es fundamental enseñarles”, expone Broese.

El empleo del barbijo en la época invernal podría ser uno de los hábitos más beneficiosos para la salud. “Hay que reconocer que el tapabocas sirve como prevención para otros virus respiratorios, porque no solamente el COVID se contagia por gotas, sino también la influenza o el sincitial respiratorio. Entonces, todo eso va a hacer impacto en la transmisibilidad de otras enfermedades” valora Gentile.

De hecho, se demostró que durante la cuarentena bajaron los casos de gripe y neumonía en adultos, y de bronquiolitis o en chicos.

¿La de quitarse los zapatos en casa va a quedar? Gentile cree que no. “Es una costumbre muy oriental y de algunos otros países, como Japón. En occidente, no es un hábito y cuesta bastante, creo que será uno de los que se perderán más rápidamente porque también hemos aprendido que lo que contagia más este virus no es el contacto sino las gotas respiratorias”, argumenta la infectóloga.

Menos contacto, más pantalla
Esta generación y varias de las anteriores están formadas por chicos que utilizan la tecnología más allá del ocio. La ven como una herramienta de estudio, fuente de información o de conexión con sus pares, familiares o docentes. “Si bien se venía implementando paulatinamente, la pandemia aceleró muchísimo la utilización de la tecnología para fines educativos”, precisa Broese.

Los chicos ya no nos piden hablar por teléfono, sino una videollamada con los abuelos, tíos o padrinos. Es otra de las cosas a las que se tuvieron que aggiornar las familias. Y, si bien eso hace que no se pierda la cotidianidad con los seres queridos, esa falta de contacto también podría afectar de forma negativa su desarrollo.

El desarrollo emocional se podría ver afectado por todo el énfasis que se le da al distanciamiento físico. Las especialistas señalan que dentro de unos años se van a tener que hacer estudios para analizar las consecuencias que genera en los chicos ese alejamiento con otras personas, incluso en la sociedad misma.

En la escuela, ese distanciamiento aún será más evidente. Va a ser un aspecto negativo no poder ver la cara ni los gestos del docente. “La normativa de distanciamiento, por un lado, evita el contacto físico o, por lo menos, no lo estimula. Por otra parte, el uso del barbijo también hace que las emociones y determinado lenguaje gestual realmente no se puedan dar, y en los chicos es muy importante. Por ejemplo, una maestra jardinera cuando lee un cuento, gesticula y se expresa. Eso no lo van a tener y puede impactar en su desarrollo”, analiza Gentile.

Quizás gracias a esta crisis sanitaria, los adultos del mañana podrán prevenir una pandemia como la que les tocó vivir en la infancia, gracias a estos hábitos adecuados de higiene. El tiempo lo dirá.

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