Vacaciones, el momento ideal para “abandonar” la tecnología

Con el aislamiento, el tiempo frente a las pantallas se incrementó para chicos y grandes. Cómo volver a la “normalidad”.

NOTICIAS DE INTERÉS Ana COHEN
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La pandemia dio vuelta nuestra vida. La tecnología se convirtió en una herramienta de conexión con el mundo para todos y, en especial, para los chicos y adolescentes. Los padres tuvieron que hacer la gran “recalculando” y ampliar el tiempo que sus hijos pasaban ante una pantalla. Con el comienzo de la vacunación y un posible regreso a la normalidad, el período de vacaciones es un momento ideal para volver de forma progresiva a lo anterior.

 Hace sólo un año atrás, los psicólogos recomendaban que los menores tuvieran un acceso limitado a las pantallas: máximo tres horas por día. Y de golpe todo cambió y lo que era aconsejable dejó de serlo. Con la pandemia, estar conectados de 8 a 23 (o toda la madrugada, según la edad) fue lo habitual en muchas familias. El mundo se articuló en la computadora. La escuela, el club y estar en casa convergían en un mismo lugar.

“En las vacaciones sería ideal no estar conectado, como un nuevo hábito. La idea es que cuanto más se alejan de la pantalla, van olvidándose y recuperando otras actividades”, aconseja a Con Bienestar Sandra Di Lucca, licenciada en Psicología (M.N. 65.511).

Los padres deberían estar presentes de manera activa y trabajar sobre los límites. “Definir un horario de corte de Internet para todos los miembros de la familia es imprescindible. Se puede hablar de la cantidad de tiempo que se estuvo conectado y proponer alternativas como leer un libro o pintar. De forma constante ofrecer nuevas propuestas y tratar de integrar esas actividades a todos”, señala la psicóloga.

El período vacacional es un momento proclive a conectar con otras actividades como juegos de mesa, búsquedas del tesoro y propuestas que alejen a toda la familia de lo tecnológico. Se dispone de mayor tiempo libre para poder diagramar pasatiempos diferentes, así como de disfrutar del aire libre.

La actividad física de por lo menos media hora cada día, es indispensable. “A los chicos hay que generarles movimientos de un lado a otro de la casa. Que se paren y se alejen de la computadora, y muevan sus piernas cada media hora, es clave para el bienestar general”, afirma Di Lucca.

Ya hay estudios que informan el impacto en la calidad de vida de los chicos conectados todo el tiempo. Hay que recordar que la tecnología genera adicción y modificaciones de conducta. “Hay que estar atentos a los contenidos que consumen nuestros hijos y observar los cambios de comportamiento que manifiestan frente al uso excesivo de las pantallas, los que se agudizan según los juegos en los que participan”, alerta la especialista.

Predicar con el ejemplo
Que nuestros hijos estén más abiertos a la desconexión es un proceso conjunto de todos los miembros de la familia. “El ejemplo está en casa. Si los adultos están todo el tiempo conectados y no prestan atención a los chicos, obviamente ellos también buscan las pantallas, porque no hay otra diversión”, argumenta Di Lucca.

Por eso, en las vacaciones, cuando se dispone de mayor tiempo, es recomendable que estén fuera del ambiente habitual, mejor aún si es en contacto con la naturaleza. Es importante que hagan actividades para que recuperen la forma física. Después de tantos meses en los que estuvieron gran parte del tiempo sentados y quietos en casa, a muchos chicos les pueden llegar a doler los músculos al hacer un poco de ejercicio.

Si aún no se fueron de vacaciones, hay que buscar cosas en la casa para hacer, según el lugar donde vivan, de manera que los chicos se tengan que mover. Una forma de incentivarlos a alejarse de la tecnología es planteárselos como un desafío. “Se debe intentar que conecten con la posibilidad de jugar, de estar en el agua, de subir a la montaña, de caminar, de hacer una búsqueda del tesoro,... todo lo que se puede hacer al aire libre y evitando las conexiones es genial”, remarca la psicóloga.

Además, hay que conversar con los chicos para acompañarlos en este proceso. “Es un trabajo de familia. Al irse de vacaciones se tiene que hablar de lo que pasó durante la pandemia y de lo que todavía ocurre, del futuro. Ayudarles a tomar conciencia de esta nueva realidad y hablarlo para que puedan canalizar y, a la vez, preguntarles qué les pasa, cómo se sienten”, cierra Di Lucca

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