Preocupa el consumo de alcohol en los menores de 18 años

Desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), advierten sobre riesgos como cambios en el ánimo, la memoria y la voluntad.

SER PADRES Julia VOSCO
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Los especialistas afirman que la cuarentena contribuyó a una disminución del consumo del alcohol entre algunos de los adolescentes, aunque otros por aburrimiento o por compartir con pares, iniciaron o aumentaron su consumo, como así también el de otras sustancias como cannabis y psicofármacos.

 “La adolescencia es una etapa de experimentación, de sensación de omnipotencia, de búsqueda del riesgo y de cuestionamiento de las normas. En ese contexto, el alcohol es la droga de más fácil acceso para niños y adolescentes, mientras que la percepción de riesgo asociado al consumo de alcohol es la más baja entre todas las sustancias adictivas”, sostuvo Graciela Morales (M.N. 43.417), pediatra especialista en Adolescencia, Secretaria del Grupo de Trabajo en Adicciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

“La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la abstinencia completa de alcohol en menores de 18 años y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) adhiere a esa recomendación”, manifestaron especialistas de esta institución.

“El alcohol es una sustancia depresora que afecta al sistema nervioso central, y el organismo de los menores de 18 años no está lo suficientemente desarrollado como para metabolizarlo, por lo que los afecta más que a los adultos. La enzima que metaboliza el alcohol en el hígado funciona correctamente recién entre los 18 y los 20 años, por lo que las borracheras en los adolescentes son más agudas y más dañinas, ya que su sistema nervioso central aún está en desarrollo”, advirtieron.

El consumo de alcohol en la adolescencia interfiere con el crecimiento, la nutrición y el desarrollo de la personalidad. Las bebidas alcohólicas modifican el ánimo, la memoria, el pensamiento, las sensaciones y la voluntad. Su consumo aumenta las posibilidades de sufrir un accidente al realizar actividades tales como deportes, conducción de motos y autos, y hasta las salidas recreativas con los amigos.

“El alcohol se distribuye por el cuerpo y se elimina en un 90% por el hígado y, el resto, por los pulmones, riñón y sudor. Debido a esta difusión por todo el organismo, más allá de los efectos psíquicos -que son los que primero se perciben-, el alcohol actúa también sobre los diferentes órganos del cuerpo. Los daños corporales se producen, por tanto, con el uso continuado de cantidades de alcohol que el organismo tiene dificultades para metabolizar, aunque el consumidor no perciba ningún peligro”, destacó Marta Eugenia Braschi (M.N. 89.089), pediatra y toxicóloga, miembro del Comité de Adicciones de la SAP.

“Además de estas potenciales consecuencias graves en la salud de los menores, estas borracheras dan lugar a otros problemas como accidentes de tránsito, conductas violentas, problemas legales, problemas familiares, con los amigos y de rendimiento escolar, entre otros. Inclusive, en una época que está signada por los cuidados preventivos del contagio del Covid, el alcohol relaja conductas, disminuye barreras de protección y expone a los chicos a situaciones de contagio”, completó Morales.

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