Adicción a las pantallas: cinco consejos para evitar el hipnotismo tecnológico

Retomar el contacto con amigos, volver a la actividad física y reconocer el agotamiento parecen la mejor ruta para salir de la saturación.

SALUD Julia VOSCO
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Fueron ocho meses de clases virtuales, trabajos fuera de horario, maratones de series, conexión extrema a videojuegos. Si nuestra vida estaba atravesada por las pantallas, la pandemia de COVID-19 potenció este aspecto.

“Durante la crisis sanitaria, las pantallas nos permitieron seguir conectados, seguir trabajando con nuevas modalidades, continuar con la educación y la medicina”, explica a Con Bienestar la psicóloga especialista en jóvenes Susana Mandelbaum (M.N. 4.236). Las pantallas hicieron replantearnos muchos aspectos de nuestra vida, pero, ahora, el problema es la “sobredosis tecnológica”, que nos agota y nos vuelve “completamente dependientes”.

“Tanto adultos como jóvenes y niños tenemos que conversar y pensar acerca de los beneficios, pero también sobre los perjuicios. Conectarnos con el afuera es fundamental, la presencialidad con cuidados es irremplazable”, asegura la psicóloga.

No se puede negar que las propuestas digitales ayudan a los procesos cognitivos y a la recreación, pero también “fomentan el sedentarismo y el individualismo en contraposición del vínculo social si su uso es excesivo”, señala como complemento la psicopedagoga Sara Arazi (M.N. 34.114).

La prohibición no es el camino, sino un mayor control y un equilibrio adecuado. Por eso, Mandelbaum enumera cinco consejos tanto para adultos como para niños, para reducir el tiempo frente a la pantalla.

Establecer momentos específicos del día. No se puede estar conectado las 24 horas de los siete días de la semana. El horario de las comidas es un buen momento para apagar o separar los dispositivos y conversar cara a cara y descansar la vista.
Fijar un límite al tiempo para los videojuegos. La recreación y la interacción con otros jóvenes que allí se da es valiosa, pero el riesgo de adicción existe. Los padres deben explicarles a los niños y jóvenes las consecuencias en su cuerpo y en su mente de buena manera.
Ser coherentes. Los adultos no pueden exigirles a los más chicos alejarse de las pantallas cuando ellos no sueltan el teléfono. Deben tener en cuenta que son un modelo donde sus hijos se reflejan y que el uso de la tecnología es un tema de conversación, no de pelea.
Conectar con el afuera. Lo presencial es irremplazable. Ahora que hay mayor libertad para realizar actividades fuera de casa, es el momento de fomentar y potenciar actividades al aire libre, colectivas. Siempre con los debidos cuidados, obvio.
Cuidar la vista. Así como nuestra concentración tiene un límite, nuestra visión también. El riesgo de saturación está presente. Hay que registrar cuando uno está “pasado” y desconectar. Los recreos son muy importantes para evitar lesiones y mantener el rendimiento.

El uso excesivo de pantallas se puede asociar con el sedentarismo. Y eso hay que evitarlo. Mandelbaum, además, sugiere organizar y compartir bailes con los hijos, juegos que incluyan el movimiento y motivar salidas que permitan conectar con el afuera. El beneficio es doble: para los adultos y para los más chicos.

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