Dietas: cómo bajar de peso más allá de la imposición social

Llega el calor y buscamos consejos para perder kilos de forma rápida. Los especialistas aconsejan apostar por una alimentación más intuitiva y sin restricciones.

DIETAS Julia VOSCO
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Las dietas cetogénicas, las hiperprotéicas, las de la sopa, las del ayuno, las de los polvos mágicos, la de Adele, la de Jennifer López, todo se plantea con un único fin: bajar de peso ya, sin sacrificios, a cualquier precio, como sea. Es hora de replantear esa pretensión.

“Desde hace mucho tiempo, el acto de comer se ha convertido en el imaginario de la culpa como algo ‘ilícito’, pero se trata de una mirada equivocada, porque el secreto de cualquier tratamiento nutricional parte de tratar de reconocer el propio registro de hambre, para luego poder administrarlo”, explica a Con Bienestar Teresa Cóccaro (M.N. 5.705), licenciada en nutrición.

Otra máxima a desterrar es la que postula que existen alimentos buenos y malos. “Hay alimentos que están satanizados, pero esa condición de 'prohibidos’ los hacen más atractivos. Eso hace que las personas piensen todavía más en comer y rompan su dieta”, explica a su vez la especialista en psicología de la alimentación Mireia Hurtado, en diálogo con el diario español La Vanguardia.

La experta se explaya sobre más mensajes que ahora toca desaprender: los patrones adquiridos de padres o abuelos que crecieron en un contexto de hambre (“no hay que dejar nada en el plato”) o donde la comida era símbolo de estatus social.

"Eso hace que las personas se desconecten del cuerpo, que coman sin tener en cuenta sus necesidades reales y que, también, se sometan a restricciones, porque estar a dieta ahora es prácticamente una imposición social”, dice.

Volver a escuchar el cuerpo
La licenciada Cóccaro sugiere basar los hábitos de vida en tres pilares combinados:

1. Tener una alimentación saludable, sin prohibir ningún grupo de alimentos: se deben incluir con mayor frecuencia frutas, verduras, productos naturales. Y en menor cantidad y con control en las porciones aquellos ricos y no tan sanos, un chocolate amargo, una hamburguesa casera y desgrasada, pan con cereales. “Comer de todo sin comerse todo”, remarca la especialista.

2. Hacer actividad física del tipo aeróbico: moverse al menos media hora al día o lograr un recorrido diario de 10 mil pasos.

3. Canalizar las emociones: apoyarse en alguna terapia alternativa como yoga, música o meditación.

Una de las creencias que los psicólogos aconsejan desaprender es la de que el hambre emocional es malo y debe reprimirse.

“La comida es placer y genera hormonas que te transmiten calma; igual que comemos cuando celebramos algo ¿cómo no vamos a comer cuando sentimos ansiedad o tristeza? Hay que atender esas emociones, y si el recurso con que se cuenta en un momento dado es un chocolate o unas galletitas, hay que ceder", dice.

Y aclara: "Eso sí, luego se deberá indagar qué te quieren decir esas emociones y ver qué se puede hacer para atenderlas y eso no se regule sólo con la comida”, explica Hurtado.

“De nada sirve lastimar el cuerpo y someterlo a cambios bruscos para llegar al verano delgado, lucir un cuerpo esbelto sólo por tres meses y en marzo volver a engordar. Es preciso lograr un hábito que dure para siempre”, concluye Cóccaro sobre la necesidad de lograr una alimentación más intuitiva y sin restricciones.

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