Las grasas trans aumentan hasta un 75% el riesgo de sufrir Alzheimer

Un estudio científico japonés analizó la dieta de 1600 personas durante 10 años y sus efectos vinculados a la enfermedad. Estas grasas están presentes en muchos alimentos procesados

ALIMENTACIÓN Y SALUD Julia VOSCO
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Las grasas trans son un peligro real para la salud ya que suelen estar presentes en grandes cantidades dentro de alimentos elaborados industrialmente con aceites vegetales (aceites parcialmente hidrogenados mediante un proceso por el que el aceite líquido se convierte en grasa sólida).

Las comemos en snacks salados, papas fritas, palitos, galletitas, magdalenas, margarinas, barras de cereales, pizzas, hamburguesas, empanadas y varios productos precocidos, entre muchos otros alimentos procesados. Se utilizan en la industria alimentaria para aumentar el tiempo de conservación de los alimentos con una ideal frescura y textura.

Además de su probada vinculación a sufrir enfermedades cardiovasculares, podrían ser responsables de un mayor riesgo de alzhéimer. Según un estudio publicado en la prestigiosa revista científica Neurology, su presencia en niveles elevados en sangre puede aumentar entre un 50% y un 75% las probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer o demencia por cualquier causa.
 
“Este estudio demuestra que hay resultados negativos ‘cerebrales / cognitivos’, además de los resultados cardiovasculares conocidos, que están relacionados con una dieta que tiene

un alto contenido de grasas trans”, explicó el neurólogo Neelum T. Aggarwal, quien no participó en el estudio y es codirector del Centro Rush de la Enfermedad de Alzheimer en Chicago.

Investigadores de la Universidad de Kyushu, en Fukuoka (Japón) analizó a 1628 personas japonesas de 60 años o más sin demencia durante un período de 10 años (2002 a 2012). Se realizó un análisis de sangre para los niveles de grasas trans al comienzo del estudio y se registraron sus dietas.
Posteriormente, los científicos ajustaron otros factores que podrían afectar el riesgo de demencia, como la presión arterial alta, la diabetes y el tabaquismo. Allí, descubrieron que las personas con los niveles más altos de grasas trans tenían entre una probabilidad de un 52% y un 75% mayor de desarrollar demencia que aquellas con los niveles más bajos. Durante el seguimiento, 377 participantes desarrollaron algún tipo de demencia.
“La política de salud pública para reducir los ácidos grasos trans producidos industrialmente puede ayudar en la prevención primaria de la demencia”, explicó Toshiharu Ninomiya, profesor de la Universidad de Kyushu, y autor del trabajo. Y advirtieron: “Las personas con más riesgo deben prestar mucha atención a las etiquetas nutricionales”.

En el estudio japonés, los investigadores encontraron que los pasteles fueron los que más contribuyeron a los niveles más altos de grasas trans. Le siguió la margarina, caramelos, croasanes, cremas no lácteas, helados y galletas de arroz.
En la Unión Europea, a partir ahora, con fecha límite 2 de abril de 2021 ningún alimento industrial a la venta en la UE podrá contener más de dos gramos de grasas trans por cada 100 gramos de grasa, debido a su relación con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes u obesidad.
La OMS estima que cada año la ingesta de grasas trans causa más de 500.000 muertes por enfermedades cardiovasculares.

Todos los alimentos empacados llevan una etiqueta con información nutricial que incluye el contenido de grasas. Los fabricantes de alimentos están obligados a detallar las grasas trans en las etiquetas de información nutricional y en las de algunos suplementos.

En este contexto, la nutricionista Agustina Murcho especificó a este medio qué dice Código Alimentario Argentino respecto a las grasas trans: “El código establece que el valor de grasas trans de un alimento no puede superar más del 2% de grasas trans”.

Y agregó: “Las grasas trans son las grasas vegetales que se saturan. Lo que suele hacer el exceso de estas grasas es aumentar el riesgo de cáncer, aumentar el colesterol malo y bajar el bueno, incrementar el riesgo de enfermedades coronarias. Y aunque los alimentos cumplan con esta regla, su consumo siempre debe ser moderado”.

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